Nos encontramos en los últimos días de 2020, un año más difícil que los anteriores y con nuevas complicaciones en todo el mundo. La principal fue la pandemia, que provocó una serie de problemas subsecuentes, como la crisis económica y los varios problemas sociales generados. Esto nos permite realizar un ejercicio de reflexión con respecto a los apuntes a considerar en este panorama.

No hay duda de que el mayor problema que se gestó en 2020, y que continuará en los siguientes años, es la pandemia de Covid-19. Hasta hoy, el SARS CoV-2 ha causado la muerte de casi dos millones de personas, de manera oficial, aunque desde luego habrá otra cifra de subconteo que los gobiernos no reportan por negligencia, ya sea por desconocimiento de la defunción o para justamente no evidenciar un número mayor de muertes. Esta situación se ha agravado en las últimas semanas con el esparcimiento de una mutación del nuevo coronavirus que, de acuerdo con algunas investigaciones, resulta ser más contagiosa que la versión que hemos conocido hasta ahora del SARS CoV-2.

Lo anterior ha probado ser problemático ya que ha conducido a gobiernos, particularmente de Europa, a endurecer sus medidas sanitarias e incluso a cerrar fronteras con países donde se han registrado casos con esta nueva cepa, como es la situación de Reino Unido (RU), Dinamarca y Australia, con la intención de reducir el contagio. Este escenario de entrada nos vuelve a sumergir en el temor del esparcimiento más severo del virus considerando que su nivel de virulencia es mayor.

Empero, lo que ofrece esperanza al mundo es el inicio de las campañas de vacunación que han comenzado en varios países, entre ellos RU, Estados Unidos de América, Canadá y México. Si bien, en general, la vacunación se conducirá en una primera etapa sólo para el personal que labora en centros de salud (médicos, enfermeros, camilleros, etc.) y personas de la tercera edad, al menos significará proteger a aquellas personas que representan un sector vulnerable de la población en la pandemia y eso es de mucha ganancia en este panorama.

Pero a pesar de este gran momento, un tema que no deja de ser preocupante es que los gobiernos utilicen la campaña de vacunación como campaña electoral con el fin de avanzar en sus intereses, aspiraciones y metas políticas, como sucedió con el populista de derecha, Donald Trump, y como se identifica también en otros países, como México. Es política, no cabe duda, pero es una forma muy ruin de operar, sobre todo considerando la gravedad del asunto y lo problemático que ha sido la pandemia en cuestiones de salud, economía, pero también de derechos humanos, violencia, etc. Ojalá que se pueda replantear la operación.

Otro problema adyacente ha sido la crisis económica. Contados son los países que tendrán números verdes al final del año, y en cambio hay decenas que tendrán rojos. Esto ha impactado en la vida de las personas en cuestión laboral, pero en sus condiciones de vida y en el bienestar social. Como siempre, estos problemas perjudican a más y de manera más profunda a personas en peor situación económica; incluso ha habido estudios que dictan que estos estragos representan un retroceso de años en el progreso social en varios países.

Finalmente, algo que no se puede omitir  de hablar  es la cuestión del discurso político. Ha sido muy claro, con base en la comunicación, identificar qué líderes políticos han tomado cartas sobre el asunto y qué no; qué otros han menospreciado el virus y qué otros lo han atendido con seriedad; qué otros han buscado especialistas para conducir la pandemia y qué otros han seleccionado a encubridores; y, en general, quiénes lo han hecho bien y quiénes no. Por ahora sólo hay conclusiones primerizas, pero en el futuro, ya que pase el tiempo y se coloquen las piezas, podremos apreciar, sin obstáculos mayores, qué tan bien o mal se operó.

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