Las mujeres somos complicadas. Los hombres son infieles por naturaleza.

¿Cuántas veces no escuchamos decir a los hombres que somos demasiado complicadas y también cuántas veces hemos marcado a los hombres con ése adjetivo? 

Tema recurrente en todas las conversaciones mixtas. Como si fuera eje de la eterna discusión entre hombres y mujeres y ¡bueno! al final lo es y no sé por cuanto tiempo más continúe porque vamos heredando a las generaciones que nos siguen. Pero si en lugar de buscar quién tiene la razón buscáramos el equilibrio y el complemento entre ambos ¿sería más fácil no?

Debemos terminar la guerra entre hombres y mujeres. Aceptar que no tenemos las mismas habilidades y capacidades, lo cual no nos hace menos o más sino simplemente diferentes.

Escuchar lo que la mujer quiere no está tan difícil, simplemente es querer escucharla, pero con detenimiento. Veo a muchas parejas o escucho a muchos hombres y mujeres desesperados por entender a su pareja o  aburridos porque ya se dieron por vencidos y aprovechan esto para salir a buscar otro tipo de intereses que al final termina en lo mismo que provocó la búsqueda y es que todas la mujeres tenemos un sello de comportamiento y todos lo hombres también.No es que seamos iguales, ¡aburrido sería! pero si tenemos características propias del género que nos definen. 

¡Pero bueno! todo lo anterior y cansada del mismo tema lanzo ésta pregunta: ¿qué pasaría si nos dejáramos de caracterizaciones implantadas y fuéramos nosotros mismos?, quiero decir, si nos comportáramos como realmente somos, sin seguir actuando como la sociedad nos etiquetó que debemos ser.

¿Qué pasaría que si tú mujer, confiaras en los hombres? y tú hombre, ¿qué pasaría si quitaras ésas etiquetas de que somos hormonales y nadie nos entiende y sólo escuchas lo que queremos transmitir? Creo que se generaría un cambio importante. 

Nos toca recuperar la confianza, nos toca despojarnos de los lastres que venimos cargando sin guardar rencor. ¿Que nos hemos lastimado? si, durante mucho tiempo. Pero creo que está en nosotros dar ése cambio. Seamos causa, no busquemos ser iguales sino complemento. No equivoquemos el camino de nuestra lucha profesional con la personal. Reconozcamos en el otro su valor, sus habilidades, capacidades y defectos. Porque tú también estás hecha de todo eso. 

No podemos seguir con la inercia de los matrimonios rotos. Estamos generando una sociedad rota, con vacíos y nos está saliendo caro el pago por ello porque estamos formando hijos lastimados en la base de su formación. 

Se habla de la facilidad con la que podemos divorciarnos pero nadie habla de lo difícil que es el proceso para salir adelante y más cuando tienes un lazo tan fuerte como es el de los hijos.

No hablemos desde el rencor, ejercitemos a nuestra mente de nuevo como cuando niños, a hablar desde el amor, la confianza y la honestidad. 

¡Volvamos intentarlo! hagamos que las segundas oportunidades sean mejores en el sentido de pareja. Observemos y no comentamos los mismos errores. Veamos al otro a través de la mirada del alma. 

Sí, hoy suena cursi, pero estoy segura que si en verdad hiciéramos algo así, podríamos reconstruir nuestra sociedad. 

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