El olvido y el abandono hacia las comunidades y pueblos indígenas de nuestro país no solo provienen de los distintos niveles de gobierno, sino también desde los medios de comunicación que, voluntaria o involuntariamente, han evadido su responsabilidad y compromiso de investigar y dar cobertura a asuntos de interés público relacionados con los habitantes de estas comunidades y los pueblos.

En un ejercicio de autocrítica valdría la pena que los periodistas y quienes trabajamos en los medios reflexionemos si hemos cedido ante presiones, indiferencia o falta de responsabilidad, para no obtener, dar cobertura o publicar materiales periodísticos que muestren las condiciones de vulnerabilidad, falta de procuración y administración de justicia u otra problemática que afecta a estas comunidades.

Ahora que el calendario indicará 12 de octubre el próximo viernes, los discursos oficial y mediático volverán a llenarse de palabras dirigidas hacia los indígenas, aunque en el fondo carezcan de sinceridad.

No tenemos que llegar a casos extremos de injusticia como el de las mujeres indígenas Jacinta Francisco Marcial, Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, presas más de tres años acusadas de delitos que jamás cometieron.

Los medios de comunicación y los periodistas de este país deberíamos voltear más seguido la mirada hacia las comunidades indígenas y, al mismo tiempo, impedir que esa mirada sea desde los ángulos que le convienen al statu quo. Es necesario realizar un periodismo de investigación anclado en una visión de derechos humanos y respeto a la diversidad.

¿Cuántas veces no se le ha dado más espacio, voz y tiempo a la perspectiva oficial en comparación a las voces provenientes desde el interior de los pueblos y las comunidades? ¿De qué manera hemos discriminado o criminalizado a los indígenas a partir del tratamiento informativo relacionado con ellos?

Estas preguntas deberían guiar o ser de utilidad en nuestra labor periodística. Necesitamos más “periodismo de calle” e investigación, y menos “declaracionitis”. Reconocer el lugar que les corresponde a las comunidades y los pueblos indígenas también pasa por los medios.

Considero que vale la pena replicar o tomar como ejemplo la serie “Miradas sin filtro”, que la periodista y directora de Radio y Televisión Querétaro (RTQ), Claudia Ivonne Hernández Torres, decidió emprender a partir de finales de 2017 para mostrar la perspectiva y la vida de 12 comunidades indígenas del estado, en distintos municipios, además de exhibir en su narrativa audiovisual, las omisiones de los gobiernos locales pese a contar con secretarías de desarrollo social.

El reto para los nuevos legisladores. Desde la óptica neoliberal y de los tecnócratas, las comisiones legislativas de Asuntos Indígenas no tienen relevancia. Por eso históricamente el partido político en el poder ha optado, vía la negociación o la imposición, que los presidentes de estas comisiones sean legisladores de otros partidos políticos.

Además, en los hechos, han quedado a deber con propiciar marcos jurídicos que permitan superar las condiciones de desigualdad y vulnerabilidad en las que siempre las han relegado el sistema económico.

El discurso de la denominada “cuarta transformación” tiene una oportunidad histórica para cambiar esta tendencia. Pese a las señales de contradicción que ha enviado el presidente electo y sus principales operadores en el Congreso de la Unión, la senadora Leonor Noyola Cervantes (PRD), y quien decida Morena que presida la comisión en San Lázaro, pueden revertir esta percepción.

En el caso de la LIX Legislatura de Querétaro, la diputada Martha Fabiola Larrondo Montes (Morena) tiene la oportunidad de que vía su labor como presidenta de la comisión, continúe su rol de referente de oposición política al PAN, como lo ha querido mostrar en los primeros días de funciones del renovado Poder Legislativo local. ¡Feliz domingo!

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