Mis poderosos estimados del rock, un placer como siempre saludarlos y, bueno, para dar un carpetazo al mejor festival de Hispanoamérica, exacto hablamos del Vive Latino en su festejo de 20 años, haré una breve reseña y trataré de ser convincente con mi punto de vista sobre este tan renombrado evento.

Comenzaré dando una crítica al área de recargas para poder adquirir las deliciosas cervezas, ese fue para un servidor, así como para la mayoría de los asistentes, el mayor dolor de cabeza, pues algunos tuvieron la mala fortuna de estar formados por casi media hora para poder tener crédito en esas tan resonadas pulseras.

Otro punto fue el alcance que  tuvo el Vive  en esta ocasión, pues se habla de casi 180 mil  asistentes y sin dudar fue cierto, ya que hubo momentos en donde se hacía un interminable cuello de botella y era imposible caminar sin ser llevado por la gran avalancha de gente, situación que se dio en varios momentos y creo que se salió un poco de las manos en el festival; pero lo que sí me movió fue  lo inseguro que de pronto nos podemos llegar a sentir, ya que el índice de algunos atracos se vio como el pan del día, y eso  es algo que no debería existir en un evento de esta índole.

Ahora voy a lo importante: la música. Lo que me pareció más impactante es ver a grandes personalidades,  de las cuales solo platicaré que fue un orgullo poder deleitarme con su presencia, una de ellas fue Carlos Santana, a quien el escenario le quedó pequeño, pues de pronto nos vimos perdidos entre la inmensidad y la mística presencia de su guitarra y “Black magic woman”, con 60 minutos de ritmos africanos, momentos de puros hits del oriundo de Guadalajara.

Otra banda que sin duda la rompió es Fobia —en comparación con la actuación de Caifanes, que fue un karaoke gigantesco para variar—,  con un sinfín de éxitos al puro estilo de la voz de Leo de Lozanne y con la estruendosa batería al mando de Jay de la Cueva, que marcaron el ritmo de “Me siento vivo”.

Los que me hicieron retumbar fueron los norteños de El Gran Silencio, pues tocaron al ritmo que se les exigía y le dieron al “Chúntaro style” con todo.

Me faltaría mucha tinta y pluma para poder narrar todo lo que sucedió en este gran festival, pasión, entrega y miles de sentimientos encontrados que se ahogaron en tonalidades que se vistieron de música, me despido dejando la invitación a leernos la siguiente página

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