Ejerciendo la facultad exclusiva que le otorga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, hace unos días el Senado de la República aprobó la ratificación de nombramientos de ascenso para integrantes de las fuerzas armadas conferidos por el Ejecutivo Federal.

Se trata de una potestad de equilibrio entre Poderes de la Unión y de corresponsabilidad, respecto del mando civil y su relación con las muy reconocidas y leales instituciones castrenses nacionales.

En los ascensos ratificados se considera a los jefes superiores, como generales, coroneles, y tenientes coroneles, atendiendo preferentemente el mérito, aptitud, competencia profesional, así como la conducta militar y civil; tratándose de un reconocimiento a toda una vida profesional dedicada en forma exclusiva y permanente al servicio de las armas para la preservación de la seguridad nacional, la defensa exterior y la seguridad interior del país.

Nuestras fuerzas armadas, integradas por el Ejército Mexicano, Marina Armada de México y Fuerza Aérea Mexicana, actualmente desempeñan además otras funciones, como el auxilio a la población en situaciones de emergencia por desastres naturales o la importantísima coadyuvancia en materia de seguridad pública, que durante tantos años fue desempeñada estoicamente, a pesar inclusive de no haber sido protegidos normativamente en su proceder, como ya sucedió en el marco de las reformas alrededor de la creación de la Guardia Nacional donde ellos poseen un papel fundamental que ya hemos abordado en otras opiniones.

Con beneplácito la Cámara Alta ratificó 266 ascensos para las nobles fuerzas armadas, sin las que no entenderíamos la creación del estado mexicano y que precisamente, en el entorno histórico de la gesta heroica de la Revolución Mexicana, la primera revolución social del siglo XX que se desenvolvió bajo ideales de democracia, libertad, igualdad y la justicia, es que se funda en el año de 1913 el actual Ejército Mexicano para hacer valer el orden constitucional.

Desde aquel momento han servido a la patria incansablemente, con la responsabilidad de la formación y profesionalización continua, que minimiza la improvisación y debilita la ausencia de convicción y la presencia de la ambición mezquina de la coyuntura.

Donde se ha procurado con los años el desarrollo de una fuerza sólida, poseedora de una visión de largo alcance que ha significado para nuestro país estabilidad en el devenir ordinario nacional, pues nadie como ellos, han sido testigos de lo estéril de luchas fratricidas y serenamente siempre se han puesto del lado de México y de sus instituciones afanosamente originadas.

A manera de reconocimiento por una trayectoria enmarcada en la disciplina y el compromiso institucional, y teniendo de fondo la celebración del 109 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, se otorgan entonces a integrantes de las fuerzas armadas ascensos como se ha venido realizando desde el año de 1939, con fundamento en las leyes respectivas.

Además de los jefes superiores, ascienden al grado inmediato 6 mil 479 hombres y mil 699 mujeres entre generales, almirantes, jefes, capitanes, oficiales, tropa y marinería. Los que son acompañados de 22 mil  166 hombres y 3 mil 601 mujeres militares y navales condecorados por perseverancia en el tiempo de servicio prestado dentro de las fuerzas armadas, lo que ratifica el espíritu profesional y patriótico de nuestras fuerzas armadas, patentando el compromiso que tienen con el servicio a la nación y a su voluntad expresada democráticamente, por lo que de manera perenne expresan categóricamente en cada aniversario de la Revolución su lealtad inquebrantable al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.

En México, nos encontramos muy orgullosos de nuestras fuerzas armadas y como Senador de la República haré siempre lo que a que mi alcance se encuentre para mejorar sus condiciones. ¡Felicidades a todas y todos los ascendidos y condecorados, incluyendo por supuesto a sus familias, testigos de su honrosa carrera militar!

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