La semana pasada el presidente López Obrador se refirió en dos ocasiones a esta columna. Lamentablemente no la leyó, y se dejó llevar por lo que alguien le dijo. Las inexactitudes que cometió el mandatario terminaron en el linchamiento de dos padres de familia y, como de costumbre en este sexenio, con el apoyo de un conjunto de plumas serviles y abyectas, en el del periodista que les dio voz.

El lunes 20 publiqué en este espacio un texto titulado El gobierno de AMLO la abandonó. Referí el caso de una niña de tres años, enferma de leucemia, que sufrió la negligencia de las autoridades de salud en un hospital del ISSSTE ubicado en Morelos, y a la que más tarde le fue aplicado, en el 20 de Noviembre, un medicamento que, según su padre, el profesor Walter Rupprecht, procedía de un lote de mala calidad. El resultado fue que la niña, Ana Lucía, se volvió alérgica a los medicamentos existentes en el hospital y requirió de uno de importación, cuyo precio excedía la capacidad adquisitiva de sus padres.

Los maestros Walter Rupprecht y Rosalba Contreras —el primero, de padre suizo, y por tanto poseedor de una doble nacionalidad—, se vieron obligados, con el apoyo de familiares, a buscar en Zurich, mediante la contratación de un seguro básico, el medicamento que aquí no recibieron y que puede garantizar la supervivencia de la niña.

En su “mañanera”, el presidente dijo que el columnista lo había acusado de que “una niña o un niño” no recibiera tratamiento. Falso. La columna no lo acusó a él, sino a su gobierno, a partir de una declaración del maestro Rupprecht: “Este gobierno abandonó a mi hija”. El presidente dijo también que los padres “de la niña o el niño” eran “unos extranjeros”. Falso. Ambos son 100% mexicanos y por eso están afiliados al ISSSTE. Dijo también el presidente que a falta de medicamentos los “extranjeros” se habían llevado a la “niña o el niño”, “creo que a Suiza”, para que recibiera allá el tratamiento. Otra inexactitud: los padres no se habían llevado a la pequeña: seguían esperando una respuesta del gobierno mexicano.

Un día después, en la “mañanera” fue leída una carta de la jefa de Hematología Pediátrica del 20 deNoviembre. Decía que lo señalado en la columna era falso. Que la niña había recibido el tratamiento adecuado y se hallaba en etapa de remisión.

Los padres de Ana Lucía fueron linchados en las redes, con los argumentos más mezquinos posibles. El columnista (“poco profesional y ético”, dijo el presidente), fue acusado de inventar la información. El testimonio del maestro Rupprecht había quedado grabado, sin embargo.
Transmitir en su noticiario esa grabación le valió a Ciro Gómez Leyva ser linchado dos días enteros (https://twitter.com/cirogomezl/status/1220713363598139392?s=12). Ahí está sin embargo el testimonio del padre de Ana Lucía:

“El gobierno, las autoridades de salud, abandonaron a mi hija. Así de sencillo. Debido a un medicamento de mala calidad que le fue administrado en el Hospital 20 de Noviembre el 25 de junio del año pasado, para ser exacto: L Asparaginasa. Ella sufrió un choque anafiláctico muy severo. Debido a eso, ella se volvió alérgica a ese medicamento, que es base en un esquema de quimioterapia.

Solo hay un medicamento que puede realmente puede ayudar a la niña contra la leucemia, el Erwinase. La importación de una caja con cinco dosis cuesta 190 mil pesos, 38 mil cada una. Ana necesitaba 19 dosis”.

En la carta que fue enviada a la “mañanera”, la jefa de Hematología reconoció que los padres de Ana Lucía habían comprado de su propio peculio el medicamento. Pues bien, el dinero se les agotó, se quedaron sin nada, y aunque la niña se halla en efecto en estado de remisión, necesita recibir el Erwinase durante un año y ocho meses. Por eso los padres se van a buscar una respuesta en el extranjero.

Para “irle cerrando el paso a la calumnia”, el presidente dijo en la “mañanera” que él ni estaba enterado de este asunto. Sobre el trabajo del columnista, afirmó: “esas cosas pues no”.

Pero resulta que esas cosas pues sí. El director del 20 de Noviembre también fue grabado, y esta es su declaración textual: “Le dimos (a la niña) las primeras líneas de tratamiento para su problema, pasamos a las segundas líneas de tratamiento y ante la no respuesta de la leucemia que tiene ella, lo que tocaba era un medicamento que no existe en el país, no existe en México y no tenemos todavía procesos regulatorios adecuados para poderlo comprar, importar o hacer cosas”.

La madre de la pequeña Ana Lucía, la maestra Contreras, se extraña de la declaración del presidente: “Qué extraño que diga que ni estaba enterado. Qué extraño que haya leído la columna y no haya leído las notas que salieron en todos los medios cuando bloqueamos Félix Cuevas y fuimos a la Cámara de Diputados a exponer las necesidades de nuestros niños enfermos de cáncer. Nos recibieron diputados de todos los partidos, pero de Morena nadie nos recibió, y nadie se nos acercó. Y me consta que el director del 20 de Noviembre elevó nuestras peticiones a la siguiente instancia, el director del ISSSTE a nivel nacional, así que sabían quiénes éramos nosotros y qué estábamos solicitando”.

“¿Cómo que no estaba enterado, señor presidente”, concluye la maestra Contreras. “Nuestros casos llevan meses en los medios”.

El periodismo ha tenido desde siempre el cometido de darle voz a quienes no  la tienen. Esta columna le dio voz a un caso, a un dolor. La irritación y la sordera ante un dolor concreto no son un buen síntoma de sensibilidad en un gobierno que se presume social como ninguno.
A pesar de lo propalado por sus plumas esclavas, no mentí, señor presidente.

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