Recientemente se publicó el Índice de Competitividad Estatal 2020 del Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO) que, según su descripción, “mide la capacidad de los estados para generar, atraer y retener talento e inversión que detonen la productividad y el bienestar de sus habitantes”. En los varios subíndices considerados en este estudio con información obtenida de 2016 a 2018, Querétaro consiguió posiciones elevadas que reflejan el progreso general en la entidad, aunque existen todavía áreas de mejora que deberán ser atendidas.

En el siglo XX proliferaron las organizaciones de la sociedad civil (OSC), entre ellas organizaciones no gubernamentales (ONG) y think 
tanks, no obstante, fue a raíz del fin de la Guerra Fría que su presencia se extendió en número y espacio. Este desarrollo permitió fortalecer la democracia, ya que las OSC son entidades que permiten alzar la voz por la sociedad, llevar el debate a un nuevo entorno y solucionar —o intentar solucionar— los problemas que a menudo los gobiernos dejan de atender, ya sea por falta de recursos o desinterés. Mientras que el trabajo de las ONG usualmente se centra en activismo, abogacía, realización de estudios, implementación de programas (educativos, sociales, etc.), entre otros, los think tanks suelen ser más especializados en investigación que se dedican a desarrollar estudios más profundos con los que llevan a cabo propuestas para el diseño de políticas públicas.

En este contexto, el IMCO es de los think tanks más reconocidos e importantes que hay en México. Su estudio presenta diez subíndices de los que Querétaro ha sido la mejor entidad en tres, quedando en segundo nivel nacional sólo por detrás de la Ciudad de México que le gana por uno. Tales subíndices son: Gobiernos eficientes y eficaces; Mercado de factores eficiente; e, Innovación y sofisticación en los sectores económicos. Con respecto a 2016, en 2018 nuestro estado mejoró en cinco subíndices, quedó igual en dos y empeoró en tres, por lo que en general se presenta un mejoramiento sustancial.

Uno de los subíndices en los que Querétaro descendió fue en el “Aprovechamiento de las relaciones internacionales”, que considera indicadores relacionados con el turismo extranjero, el flujo de capitales y la exportación de mercancías. Aquí Chihuahua de nuevo obtuvo el primer lugar del estudio, y ello puede explicarse por la inversión extranjera directa (IED) horizontal que se ha depositado en el estado norteño. Querétaro pudo haber perdido puestos, pero es innegable que tiene uno de los aeropuertos más eficientes para la exportación de productos y que ha sido la entidad con mayor atracción de IED en las últimas dos décadas.

Por otra parte, en el subíndice “Sociedad incluyente, preparada y sana”, que como indicadores considera pobreza, desigualdad, rendimiento académico, oferta médica, servicios de salud y condiciones socioeconómicas, Querétaro no experimentó cambios, siguió en cuarto lugar nacional. Es una buena noticia estar en los primeros puestos del país en este rubro tan significativo. Por ejemplo, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, en 2016 el 31.1% de la población queretana se encontraba en pobreza, mientras que en 2018 tal cifra se redujo a 27.6%, un cambio trascendental.

Sin embargo, la inclusión social es un tema que le duele a Querétaro, porque a pesar de que existen activistas, académicos y demás personas que la defienden, hay también actores políticos, como Elsa Méndez, que se niegan a vivir en el siglo XXI y que se aferran a ideas que no sirven para el progreso que nuestra realidad social demanda. Esperemos que el gobierno de Querétaro pueda atender la información cuidadosamente presentada en el estudio del IMCO para solucionar problemas como la inclusión social, y con ello convertirse en la referencia de competitividad en México.

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