El crecimiento estadísticamente significativo informado por el Inegi para el segundo trimestre no acaba de convencer a empresarios que están al día de sus operaciones. Tampoco se pueden explicar cómo es que el poco crecimiento de 1.1% en 2013 puede mejorar en el segundo semestre de este año para siquiera aproximarse a la estimación oficial de 2.7% para 2014.

Una razón es que el mejor desempeño se explica por sectores que están más relacionados con la exportación que con el mercado interno, como es el caso de la industria automotriz. Estos sectores tienen muy bajo multiplicador para el producto total porque su contenido importado es muy alto.

El producto de los sectores con mayor representación y multiplicador en el mercado total, como, por ejemplo, los alimentos procesados, apenas creció 1.3% anualmente en el segundo trimestre. Otros siguieron registrando crecimiento negativo, como textiles, ropa, imprentas, derivados del petróleo, productos químicos, maquinaria y muebles.

La construcción, cuyo desempeño en 2013 fue fatal, se mantuvo negativa en el segundo trimestre, aunque ya sólo cae -0.6%. Este resultado, por ejemplo, contribuye a una mejora en la estadística, pero no cambia la visión de los empresarios, que no notan la mejoría. Sus expectativas no mejoran.

Esto sugiere que las cifras macroeconómicas seguirán hablando de un aumento en la actividad, mientras que las percepciones y el bolsillo de consumidores y empresarios no lo registren así. Para efectos estadísticos, el crecimiento económico de 2014 será mayor al de 2013. Sin embargo, seguirá siendo bajo. Quizás sea un poco más de 2%, en su mayoría explicado por el aumento de la actividad en EU. Para 2015 la economía estadounidense seguirá recuperándose, como ya es claro por muchos meses de aumentos en empleos y actividad, pero su tasa de aumento seguirá siendo modesta. Con dicha tasa, la economía mexicana no podrá crecer mucho más de 2% y por eso seguirá siendo difícil convencer a la mayoría de empresarios de que sus mercados ya están en aumento.

Aunque haya habido reformas en muchos sectores, el gobierno mismo ya advirtió que sólo darán resultados en el mediano y largo plazo. Con esto se desliga la principal prioridad de las políticas públicas del desempeño que más cuenta para las expectativas generales: los volúmenes de ventas, la demanda de los consumidores, el flujo de actividad.

En paralelo con esta dualidad, hay una demanda débil y, sin embargo, hay un aumento de inflación. Aunque éste sea temporal, también lo es en un sentido estadístico, pues el hecho es que los precios que aumentan ya no bajan, aunque después aumenten menos. El consumidor no puede comprar lo mismo y, además, el encarecimiento lo inhibe de siquiera intentar hacer la compra. Un ejemplo está en las ventas de gasolina. En volumen cayeron 1.7% anualmente en promedio durante los siete meses hasta julio, después de que en 2013 cayeron 1.8%.

Este año dichas ventas están 3.5% por debajo de las de 2010, lo cual no es un indicador de aumento del transporte. Y cuando pensamos que el transporte mueve personas y mercancías, no cuesta trabajo inferir que la actividad está deprimida.

Muchos empresarios encuentran difícil imaginarse cómo puede revertir esta tendencia, porque, en efecto, es una tendencia demasiado fuerte para que por el puro calendario cambie de dirección. Por lo tanto, seguiremos escuchando sobre cifras que muestran aumentos marginales de producto en varios sectores, pero será difícil convencer a la mayoría de quienes integran el mercado de que hay un aumento efectivamente.

Analista económico

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