Finalmente Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex decidió ya no oponerse a su extradición a México, lo cual fue recibido con optimismo por parte del gobierno federal, pudiendo ser pieza clave para desanudar la hebra de corrupción, no sólo en el caso de una serie de contratos controvertidos de la paraestatal, sino también de los acuerdos por debajo del ague que pudieron haberse dado con la oposición para lograr las reformas estructurales. El Pacto por México no sólo fue el padre del nuevo marco legal en las áreas más importantes del país, sino de varios políticos, priistas y algunos de “enfrente”, que sacaron gran provecho en diversas formas.

Se espera que la FGR acelere el papeleo, por lo que podría esperarse que Lozoya pronto esté en tierra mexicana. Se trata del exfuncionario federal más emblemático de la corrupción de la administración anterior, por todo lo que rodea su desempeño al frente de la paraestatal y los asuntos que pasaron por su escritorio.

Lozoya Austin advirtió varias veces, a través de su abogado defensor, que él no se mandaba solo, insinuando que, sobre los temas en los cuales se le liga con actos de corrupción, habría habido otros involucrados, más arriba en la pirámide, donde no hay ya muchos nombres para especular, apuntando todo hacia Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto.

El caso Odebrecht ha sido, en principio, uno de los que han perseguido a Lozoya, y que pronto él podría, como testigo, señalar a otros implicados, que le hubieran girado instrucciones y que se habrían beneficiado de la derrama de sobornos para otorgar esos contratos. México era, hasta la acusación contra Emilio Lozoya, el único país donde pesaba la sombra de la empresa brasileña, en el que no había habido ni un solo detenido, menos algún condenado por un escándalo que llevó a presidentes en otros países a renunciar, a la cárcel y a un exmandatario peruano que se suicidó.

Más aún, podría haber mucho más en el expediente que traiga bajo el brazo el que fuera uno de los más cercanos colaboradores de Peña Nieto durante su campaña presidencial y buena parte de su gobierno. Las reformas estructurales encumbraron a nuevos actores políticos y se especula también fueron origen de la consolidación de importantes patrimonios para quienes fueron piezas clave durante la aprobación de las distintas modificaciones constitucionales. Peña Nieto logró legitimar sus grandes reformas de la mano de buena parte la oposición representada en el Congreso, que, si bien el mandatario tenía mayoría de su partido, no contaba con la mayoría calificada requerida. En particular, la reforma energética, pudo haber generado recompensas para un número de opositores fundamentales para que estas se lograran, así como canonjías para los amigos de estos, apoyos para desarrollo de sus proyectos políticos personales, incluso acuerdos interpartidistas de concesiones y bajada de brazos durante procesos electorales, así como muchas otras cosas válidas en el pragmatismo con el que se condujo la Presidencia de Peña Nieto.

La llegada de Lozoya a México podría entonces poner de cabeza a la clase política mexicana, que se preguntan: ¿Qué más sabe Lozoya?

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