Porque mientras más lejos estás, más valoras lo que tienes. No quiero ser pesimista, pero tengo dos versiones de esta gran experiencia. Versión número uno: la de las altas expectativas, la del paraíso que no encontré, la de la gente poco amable, que no tiene ni la más remota idea de lo que es el don del servicio, la de la pobreza en cada esquina. El Brasil que amanece muy tarde y se apaga muy temprano. El del abuso por la falta de solvencia, donde te ven con signo de pesos, la de los hoteles disfrazados por un evento tan importante y no estar preparados, los de los meseros improvisados, los del turismo pederasta. El Brasil que los locales no pueden conocer por sus grandes costos y largas distancias entre una ciudad a otra. La de la poca cultura de los idiomas, solo portugués y de ahí no hay más. ¿Dónde está ese Brasil que nos venden en la pantalla?, que nos apantalla, ¿en dónde?, que me digan por qué no lo encontré. Versión número dos: la Copa, la del fútbol, la que emociona, vibra, la que anhelas tanto como tener un hijo, leer un libro, plantar un árbol y asistir a un Mundial, esa de los boletos de mil dólares y otros con suerte de 50. La de los contrastes de aquellos que dejan todo por vivir esos 90 minutos, el Mundial de los estadios espectaculares con la más alta tecnología, de la buena organización del boletaje y de los voluntarios. El Mundial donde no hay equipo pequeño, donde todos pueden ganar, donde los del otro lado del charco se cansan al llegar al segundo tiempo. El Mundial donde no hay muchas quejas de los jugadores, solo del arbitraje, el de las transmisiones en pantallas con imágenes perfectas. El Mundial donde se marca la historia al aprobar repeticiones en un gol, para ver si está dentro el balón. El Mundial de la luz artificial a las tres de la tarde, la Copa, la gran Copa de los horarios perfectos, de la gran mercadotecnia, el Mundial de solo tres figuras: Neymar, Cristiano y Messi, y reclama Van Persi, Roben y ¿por qué no?, Ochoa. El Mundial de Fuleco, la mascota que parece todo menos un armadillo. Esa Copa es la que aquí se vive y aún le falta su desenlace...el cual queremos que sea de México.

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