Escribo estas líneas antes del silbatazo inicial entre el duelo entre Polonia y México y espero que todo sea favorable para los de verde. La suerte está echada, como dijeron los romanos.

Ya dijeron los sabios del futbol que la pelota no entra por azar a la portería y, por ello, cada cuatro años me asalta la misma duda: ¿Por qué no ganamos el Mundial? ¿Cuál es el objetivo de la selección mexicana? ¿Cuál la finalidad de la Federación Mexicana de Futbol? ¿Tiene los mismos objetivos que la de EU, Brasil o Italia?

La respuesta es no. Seamos claros: para los dueños de la selección mexicana el objetivo no es ganar campeonatos sino generar dinero. Obtener el máximo de ganancias con una baja inversión dando un producto de mediana calidad como si fuera un artículo de lujo. Eso es la selección mexicana de futbol: un producto con publicidad engañosa.

Como empresa, la selección mexicana es exitosísima; sin embargo, desde lo deportivo, cada cuatro años tras el primer juego de eliminación directa la afición mexicana acaba con el corazón apachurrado y preguntándose por qué no se apareció la rosa blanca de la virgencita de Guadalumpen.

De acuerdo con reportes de la prensa, el Tricolor es de los equipos con más patrocinadores en el Mundial, sólo debajo de Brasil (5 copas mundiales), Argentina (2). Coca-Cola, Adidas, AT&T, Kavak, Banorte, entre otras apoyan a los de verde. Incluso, la afición mexicana es la quinta que más boletos ha adquirido para el Mundial, por encima de países con mejor solvencia económica como Alemania y Francia.

Si no gana campeonatos ni es protagonista como Alemania o Países Bajos, ¿por qué México tiene tanta derrama económica pese a su medianía mundialista?

Tan lejos de los dioses del futbol y tan cerca del mercado estadunidense. El atractivo comercial que ofrecen los paisanos en EUA se ha convertido a la vez en una bendición económica y una maldición deportiva. El LA Times reportó a mediados de año que la FMF había firmado con la empresa Soccer United Marketing (SUM) una extensión de contrato por seis años que al menos por juegos “moleros” intrascendentes, se obtendrán al menos 10 millones de dólares por año.

Los estadios de futbol de EU se han convertido en una jaula de oro para un águila azteca que se siente cómoda y bien alimentada sin necesidad de volar sus alas en otros cielos.

No es tanto la falta de capacidad sino la necesidad. Si el objetivo fuera ser campeones del mundo, la FMF tendría un plan para producir jugadores, frenar la inflación del futbolista mexicano que llega a cotizarse como si fueran Lewandowski y bajar las importaciones desmedidas de jugadores sudamericanos que, aunque baratos, bloquean la generación del futbolista local.

Así que la pelota no entra por casualidad y tampoco tenemos una maldición ni falta de talento, sino como decía un lema político de los 90: ¡Es la economía…!

Periodista y sociólogo. @viloja

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