Luz verde sobre el horizonte abierto y las aguas quietas. 
Tranquilos los vientos. 
El ojo del tiempo vuela hacia atrás y hacia adelante. 
Tomar del mundo lo que es de  todos. 
Dar a los otros lo más nuestro. 

 JOSÉ 

En el capítulo 16 del libro perdido, José se hace una pregunta: 

—¿Qué se necesita para ser escritor? 

Las muchas lecturas le han dado la respuesta: 

—Sentir gusto por la lectura, amar las palabras, respetarlas, putearlas, se aprende a escribir leyendo. 

Insensiblemente se pasa de querer leer a querer escribir. A querer prolongar las afectos y las emociones, pasar en claro los sentimientos y las pasiones, las admiraciones y los combates. 

—Hace falta tener una motivación que te obligue a escribir, una historia que contar, una idea que quieres plasmar o rebatir o enriquecer, sentir la energía y el impulso que pone en movimiento las palabras. 

Sin pasión las palabras son como un caldo frío lleno de sebo. 

Pero la pasión tiene que ser lúcida, lava enfriada. 

—No importa el tipo de motivación, sólo tiene que ser suficientemente fuerte, algo interno que te obliga a hacerlo, porque si no lo haces, te muerde la culpa y eres infeliz. 

Después también eres infeliz y sientes malestar por no haber escrito bien las cosas. Pero antes de ver tus propios defectos, sientes un minuto de gracia. 

—Tienes que encontrar tu ritmo y tu tono propios. Uno empieza imitando a otros pero debe acabarse encontrando la voz propia. Unos son rápidos, otros lentos. Tú apresúrate lentamente, a tu manera, tienes todo el tiempo del mundo si no pierdes tu ritmo interior. 

¿Y el estilo y la loca de la casa? 

—La imaginación y el arrojo son los padres de todas las ciencias, incluidas la historia y las ciencias exactas, la filosofía y la física. 
Imaginación, intuición, arrojo y sobriedad. 

—Hay que ser prudentes y al mismo tiempo ir más allá de la prudencia, con la mirada crítica del saber y la imaginación. Inventar tu lógica.  
Es por ahí y algo más: 

—Tener el valor para decir lo que está prohibido decir, valor para decir lo que nadie quiere oír, y decirlo con tus propias palabras, de un modo natural y honesto, sin aspavientos. 

Y luego encontrar un editor que publique tus bagatelas. 

Él te dirá: 
—Escribir es un don. La literatura debe ser algo edificante. No escribir mamadas como “El cobrador” y “Feliz año nuevo”. 

Y luego te preguntará: 
—¿Cuáles son sus autores favoritos? 

—Paz, Pacheco, Canetti, Cavafis, Yourcenar, Carver, Fonseca, Krauze… 

 —¿Y acaso alguno de ellos le mientan la madre a sus lectores? 


—Lo siento mucho, pero no voy a publicar su libro. 


Y el libro de José se perdió. 

ROMA

 —¿Qué les gusta y qué les disgusta de Roma? 

Todas las razones y emociones a favor y en contra pueden ser válidas. 

Te toca o no te toca, despierta tu memoria o te deja indiferente, te dice algo común y trillado o te hace descubrir algo nuevo. 

Para mí la película no idealiza la melcocha ni tampoco hace una crítica despiadada del mundo en que vivimos. 

Simplemente crea y recrea una realidad real con sus dramas y melodramas, sus partes cursis y sus infamias, su entrega amorosa y las diabluras humanas, los crímenes políticos y las faltas personales.  

Y sobre todo pone un poco de afecto, ternura y compasión en un tiempo y lugar lleno de desigualdades, violencia y atrocidades sin fin. 

No odia ni maldice el mundo en que vive o vivió, tampoco lo romantiza. 

Lo muestra minuciosamente y expone su amor en el desierto del amor. 

Cada quien su lectura.

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