Recién en estos días inició una nueva ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio con América del Norte y los nubarrones que visten a la incertidumbre, hacen presencia y le acompañan con la soltura y descaro que ella se presenta siempre en todo aquello que, en estas negociaciones, está fuera de nuestro control como sociedad y país. Es muy cierto que la inmediata vecindad influye de una manera contundente en los negocios que a lo largo de tantos años se han venido realizando más allá de nuestras fronteras y que también representa un importante volumen de operaciones comerciales entre los tres países que formamos parte de dicho tratado.

Me imagino, como en esta imagen, que a veces vemos los negocios internacionales como girasoles que dependen más de la luz del sol del norte para hacer crecer y florecer nuestra economía, cuando en realidad y a pesar de que  hacia allá, se antoja hoy nublado el panorama, si miramos hacia otros puntos cardinales, encontraremos otras luces de sol que los bañan de nuevas oportunidades y que de una u otra manera, vendrán a fortalecer el desarrollo que buscamos.

Aún en todo lo que representa un campo sembrado de girasoles, una de las condiciones necesarias para que se den las cosas favorablemente, es que no olvidemos que si hablamos de flores, todos desempeñamos el papel de las abejas, que con confianza, esfuerzo permanente y trabajo cotidiano, hacen que prosperen esos campos en todos los puntos cardinales y también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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