Arribó ya el 2022 y junto con él,  un cúmulo de buenos propósitos que como semillas intentamos sembrar en la tierra fértil de la disciplina, de la voluntad y el compromiso para que logren germinar y al tiempo incluso dar sus frutos para enriquecer nuestra vida personal.

Podríamos elaborar una amplia lista de los que quisiéramos realizar para nuestro propio beneficio y que son tradicionales después de una temporada donde intentamos relajarnos para escapar de la tremenda y atemporal realidad que nos está tocando vivir como humanidad. Pero este año en particular, se antoja pensar en que los buenos propósitos vengan no sólo de uno mismo para sí mismo, sino que hoy debe haber también una lista de ideas y acciones que necesitamos de manera colectiva para poder vencer los tantos despropósitos que hoy nos tienen aún sumergidos en una de las más profundas crisis, propiciada por una pandemia que lejos de ceder terreno, pareciera que encuentra modalidades para mantenernos a raya y en una mayor incertidumbre.

Es cierto también que irremediablemente nos vamos acostumbrando a su presencia y deja ya de sorprender a muchos sufrir de contagios o verlos en círculos muy cercanos. Sin embargo, los riesgos de daños mayores  nos obligan a no bajar la guardia. Pero la pandemia se ha hecho acompañar de otros males que afectan a la gran mayoría, como lo son la crisis económica, la inflación ya presente, el desacomodo en la logística mundial que pareciera haber evolucionado mucho con la tecnología y el comercio por internet, pero que en realidad está fallando en la producción y manejo de múltiples materias primas y componentes, lo que afecta la oferta de productos y en consecuencia sus precios.

Pareciera que una de las secuelas que nos deja para este año que comienza es la imposibilidad de llevar a cabo una adecuada planeación para muchas de las actividades económicas de las que dependen una enorme cantidad de empleos. No obstante, el cierre de un ciclo anual trae consigo siempre una importante y valiosa carga de optimismo para hacerle frente al que recién inicia.

Han sido tiempos donde el aislamiento ha dado pauta a un real distanciamiento con los demás, involuntario en primera instancia, pero que cada vez se alarga más y ojalá no llegue a sembrar raíces. En este contexto de tiempo nuevo, me parece que se hacen necesarios algunos propósitos colectivos de fortalecer en primera instancia el respaldo de cada familia entre sí para poder continuar ante las adversidades.

Se requiere que logremos romper paradigmas para que surja de nuevo el apoyo comunitario como suele hacerse en la temporada decembrina, donde mucha gente ofrece y otra adquiere bienes de consumo y regalos. Estoy cierto que hoy día se hace mucho de ello a través de las redes sociales, no obstante las limitaciones económicas, pero el fondo de las ideas es que adquieran y les otorguemos ese valor adicional de saber que contamos con y nos ayudamos unos a otros.

Debemos conocer cada día más sobre lo que ha ocurrido con la manera de hacer aquello que nos permite llevar el sustento a casa, para comprender un poco más sobre los cambios y prepararnos para hacerle frente al día a día de la mejor manera y con las herramientas de hoy en una gran comunidad, como lo es este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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