El equipo de AMLO se prepara para la última etapa de la campaña. La última suma del tabasqueño fue el ex fiscal de delitos electorales Santiago Nieto, lo que pudo sorprender a algunos. La llegada de Nieto es lógica por sus antecedentes como académico y funcionario; además tiene propósito y objetivo específico dentro de esta etapa de la campaña, hacer frente a una de las estrategias más comunes entre algunos gobiernos que ostentan el poder; hacer uso de los recursos públicos, en este caso, los federales.

Santiago Nieto comenzó su carrera como funcionario en el IFE, donde fue asesor del consejero Jaime Cárdenas Gracia, en aquel instituto que tanto prestigio le generó al árbitro electoral. Doctor en Derecho por la UNAM, investigador y catedrático de la misma, se formó principalmente entre juristas sin filias partidistas, pero más cercanos a la ideología de la izquierda.

Tuvo varios cargos en el poder judicial de la federación, destacando el de magistrado electoral. Después fue asesor del PRD en el Senado y apoyado posteriormente por este partido de izquierda, donde aún estaban varios senadores que hoy ya son parte de la bancada de Morena, para ocupar la titularidad de la FEPADE en 2015.

Durante su ejercicio como fiscal contra delitos electorales, fue efectivo y discreto hasta que estalló el escándalo de filtraciones hechas al periódico Reforma, que fueron quizá el pretexto que necesitaba el gobierno federal para destituir a uno de los funcionarios con mayor experiencia y trayectoria académica en temas electorales en el país.

Tiempo después de su controvertida salida de la FEPADE, se le vio en algún evento convocado por el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, para reclamar la entrega de recursos que, según el mandatario, le adeudaba la federación. Para algunos esto fue una especie de guiño al PAN, pero Nieto no dio color; aunque se rumoró que ese partido habría hecho ofrecimientos al ex fiscal para integrarse a la lista de candidatos plurinominales del Frente por México, esto no sucedió.

En lugar de sumarse al proyecto de Ricardo Anaya, Nieto se subió al tren de Obrador, conocedor de que es mejor hacerlo ahora que después del 1 de julio. Su apoyo no será de nombre nada más; su labor será contrarrestar el último resquicio de acción y operación electoral del gobierno, que son los programas federales, de los que tantas familias mexicanas dependen.

Hay a lo largo de la República Mexicana municipios que son muy vulnerables a la entrega de los apoyos de diversos programas sociales, mapeo que Nieto tiene claro por su experiencia como fiscal. El reclutamiento de Santiago Nieto parece mandar un mensaje: más allá de un nombre que se incorpora al proyecto de AMLO, es la advertencia de que estarán vigilando la entrega de apoyos provenientes de la federación tendientes a coaccionar el voto de una parte del electorado, lo que podría ser el último intento del PRI por conservar la Presidencia.

La salida forzada de Santiago Nieto de la fiscalía pudo justificarse por no cuidar la secrecía de las investigaciones a su cargo; quizá no debió hablar con los medios al respecto, menos si estaba en la mira por los callos que estaba pisando, pero a diferencia de otros salió limpio en su imagen como funcionario, sin mancha de corrupción o ineptitud en el desempeño de su cargo o cualquier otro que haya tenido.

La llegada de quien fuera titular de FEPADE es más operativa y estratégica que sólo una suma de votos. Nieto llega a cuidar que no les quiten los votos en una elección que Morena siente ya ganada y que ahora se dedicarán a proteger a toda costa en esta etapa final de la campaña y hasta el día D.

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