El incremento en los niveles de productividad de los países es lo que define su capacidad de crecimiento y por ende la generación de riqueza y nivel de vida de su población. No existe una historia de éxito económico en el mundo que no se haya acompañado por un impulso a la productividad.

Como productividad se entiende la capacidad que tiene una economía para producir más, utilizando los mismos factores de la producción. Como ejemplo, en una hectárea puede producirse tradicionalmente dos toneladas de maíz, pero si se incorporan fertilizantes, riego y tecnología, la producción puede subir a 8 toneladas por hectárea. Si una tonelada de maíz cuesta cerca de 2 mil 800 pesos, quiere decir que usando la misma porción de tierra, el ingreso puede pasar de 5 mil 600 pesos a uno de 22 mil 400.

A decir de un artículo del diario Financial Times, durante los últimos 120 años la productividad per cápita de EU se incrementó en un promedio anual en 2% en todos los sectores, lo que en términos llanos explica en gran parte que hoy sea la economía más grande del mundo y el alto nivel de vida con que cuentan los estadounidenses.

Sin embargo, para muchos analistas las perspectivas de crecimiento de EU a partir de un incremento en su productividad han disminuido, particularmente por sus características demográficas.

El crecimiento poblacional de EU se encuentra en niveles mínimos desde la década de los 30s, cayendo desde 1.2% anual en los 90s a 0.7% en los últimos años, por lo que la adición de menos trabajadores a la economía puede mermar el crecimiento. A esto se suma el envejecimiento de su población y el ya alto nivel de incorporación de la mujer a la fuerza laboral, lo que implica que la fuente de nuevos trabajadores se está agotando.

Asimismo, un incremento en la capacitación y el nivel educativo de la fuerza laboral representa un factor importante en la expansión de la productividad puesto que un trabajador más educado produce más y gana más. No obstante en EU la educación ya ha alcanzado un pico máximo, lo que significa que una mayor capacitación de la población aportará menos a la productividad de Estados Unidos.

A diferencia de EU, en México la productividad total en los últimos 30 años ha disminuido en promedio en 0.8% por año y gran parte del crecimiento que hemos experimentado se debe a que contamos con una población creciente y joven, cuya composición en su mayoría es de personas en edad de trabajar. Es decir, nuestro PIB ha podido crecer gracias a la incorporación de más personas, a pesar de una menor productividad.

Sin embargo, este “bono demográfico” con el que contamos puede ser aprovechado de manera importante si viene acompañado de un incremento significativo de la productividad. Por ello, la reforma educativa, planteada por el presidente Enrique Peña Nieto constituye un elemento clave para México al permitir que los estudiantes cuenten con una mayor capacidad de producción y que el nivel de empleo bien remunerado aumente.

Adicionalmente, nuestro país cuenta con un importante acervo de trabajadores puesto que el nivel de incorporación de la mujer a la fuerza laboral mexicana tiene aún oportunidades de mejora al representar menos del 40% del total.

Para economías con alto nivel de desarrollo como Estados Unidos las opciones de crecimiento se centran en la tecnología y en la inversión en investigación y desarrollo que en conjunto aumentan el potencial de crecimiento de un país al incrementar la productividad por trabajador. Este mismo desarrollo tecnológico puede ser aprovechado por México para expandir sus capacidades productivas.

México tiene enormes áreas de oportunidad y si queremos llegar a ser un país en donde la gente viva mejor, tenemos que tomar todas las medidas necesarias para incrementar la productividad, tales como las reformas impulsadas por el Presidente a través del Pacto por México, a fin de alcanzar una mayor perspectiva de crecimiento y generar mayor riqueza para los mexicanos.

Director general de Bancomext

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