El gobierno de México, con la prisa de romper el estancamiento de la economía mexicana y para lo cual requiere de congraciarse con el sector productivo privado, ganar su confianza y dar certeza a sus inversiones, firmó el T-MEC. Y lo firmó, aparentemente, sin el debido análisis y entregando o aceptando algunos aspectos que lesionarán a la planta productiva nacional como lo son los “agregados laborales extranjeros” (inspectores laborales en los hechos).

Sin desconocer los enormes beneficios que pudiera traer para México y la región de norteamerica un acuerdo comercial justo entre México, EU y Canadá, tenemos que lamentablemente el gobierno federal moreno del Presidente López Obrador corrió con prisa desmedida y aparentemente negoció un acuerdo comercial en el que México con tal de lograr su firma y ratificación por parte de sus contrapartes, les entregó algunas concesiones que sin duda lesionarán al sector productivo nacional.

Las prisas del Presidente por firmarlo y de los senadores de la República de Morena por ratificarlo solo se explican si consideramos que era urgente enviar un mensaje positivo y contundente al sector productivo nacional e internacional. Un mensaje que les diera la tranquilidad y la seguridad de invertir en México. Un mensaje que además era urgente ya que no obstante los múltiples “acuerdos” entre la iniciativa privada y el gobierno para detonar las inversiones y la generación de empleo y riqueza, el sector productivo seguía, al menos hasta ese momento, sin confiar en el gobierno federal. Es importante recordar que el origen de dicha desconfianza se originó con el capricho del Presidente de cancelar el aeropuerto de Texcoco (NAIM), solo para demostrar que era él quien mandaba en el país. Cancelación que aunada a la violación sistemática al estado de derecho por parte del equipo presidencial provocó, y sigue provocando, una gran desconfianza que de alguna manera se manifiesta con el freno de las inversiones productivas y que finalmente lleva al estancamiento de la economía nacional lo que se traduce en que el crecimiento de México será del 0% en 2019 (tengamos presente que el entonces candidato López Obrador criticó y denostó a los gobiernos anteriores por crecer al 2% anual prometiendo que en su gobierno México crecería al 6%).

Destaca el hecho de que el gobierno de México y en la parte final de las negociaciones decidió negociar solo y sin el acompañamiento del sector productivo, sector que había venido haciendo importantes y valiosas contribuciones. Es decir, el gobierno de México en la parte final de las negociaciones “negoció en lo oscurito” y de espaldas a quienes se verán afectados por el acuerdo. Es de señalarse que algunos de los resultados de actuar con prisas ya saltaron. Por ejemplo; el Presidente Trump recién envió a su Congreso la iniciativa HR3450 que contempla, entre otras cosas, la figura de un “agregado laboral” a quien le confiere la facultad de inspeccionar la planta laboral mexicana para cerciorarse de que México cumpla con lo acordado.

El negociador en jefe de la parte mexicana, el subsecretario de relaciones exteriores Jesús Seade ya tuvo que salir a reconocer que “lo chamaqueron”. El resultado final es que buena parte de los avances en principio alcanzados con respecto al TLC se perdieron.

Si la firma atrabancada del tratado que contiene cápsulas nocivas o tóxicas para algunos sectores productivos por parte del equipo presidencial es lamentable, resulta reprobable que la mayoría morenista en el Senado de la República lo haya ratificado sin darse el tiempo para estudiarlo y valorarlo.

Fuente de los Deseos: Ojalá el gobierno de México abandone la práctica de tomar decisiones sin analizar todas las consecuencias de estas. Ojalá el Senado de la República reconquiste su decoro y dignidad y deje de ser una oficina más a las órdenes del Sr. Presidente.

Comisionado del Consejo Estatal Contra las Adicciones (CECA). @TAMBORRELmx

Google News