Ignoro si la historia es cíclica y primero pasa por tragedia y después como farsa, como dicta el canon marxista, pero hay batallas que parecen ser eternas. Luchas constantes que no dejan de exigirnos empeño so pena de perderlo todo. La lucha por la educación superior pública es una de estas que nos piden estar siempre alertas para defender los logros que como sociedad hemos conquistado.

Esta semana, como hace un par de años, los universitarios reclamamos al gobierno estatal un presupuesto justo y suficiente. Hace 15 años también le exigíamos lo mismo al gobierno estatal. Y hace 21 se le exigió al gobernador Ignacio Loyola Vera, rebautizado como “Firuláis” por el subcomandante Marcos, que se retractara de sus palabras en donde preveía un futuro de podredumbre para la UAQ y que para él era preferible invertir en carreteras que en educación superior.

Pero antes de nuestra generación ya existía esta batalla. Desde el mismo momento de la pelea por la obtención de la autonomía hace 60 años, uno de los puntos del pliego petitorio era que se entregara un presupuesto suficiente para cubrir las necesidades de la UAQ.

Desde que la universidad emergió como concepto y luego como institución en la Baja Edad Media, se convirtió en un ente crítico de la sociedad, a la cual ayudó a transformar.

Docencia, investigación y extensión son los pilares de la universidad contemporánea, con lo que ayudan a transformar el entorno social.

Sin embargo, desde el cambio de modelo económico en los años ochenta, el conflicto presupuestal creció. Para entender por qué la reticencia de los gobiernos a apoyar suficientemente a la UAQ la podemos encontrar en el dogma económico neoliberal que no sólo pugna por la reducción del Estado y la consecuente reducción presupuestal para mantener varios de los derechos básicos como educación, vivienda y salud, sino a su interpretación de lo que debería de ser la educación.

¿Qué visión tienen los gobiernos neoliberales de la educación? ¿Qué pretenden con la educación? Para ellos, la universidad se reduce a un instrumento utilitarista para generar especialistas en ciertas áreas técnicas concretas del conocimiento al servicio de los enclaves económicos, por ejemplo, en Querétaro se abre una universidad especializada en cuestiones aeroespaciales para abastecer un clúster aeronáutico, el cual, por cierto, no se decidió aquí sino en los lineamientos del tratado trilateral de comercio de América del Norte.

Con ello, se deja de lado el aspecto de conocimiento universalista que la propia universidad lleva en su nombre. En la concepción neoliberal el conocimiento humanista y social sobra y su visión es supeditar a la universidad a las necesidades de la nueva división social del trabajo y el mercado que han diseñado.

Así, en la conciencia neoliberal se pretende eliminar la universidad como ente generador de ciudadanos críticos, y, por ello, se debilita a las universidades tradicionales y se busca crear unas nuevas universidades tecnológicas con presupuestos amplios para satisfacer esta visión economicista.

Una de las principales vías que se usa es la reducción presupuestal. Ése es el conducto por el que pretenden ir doblegando a las universidades públicas. Reducirlas a una capacidad mínima para que reduzcan su accionar y se vean disminuidas.

Hoy en México ya son 10 universidades que están al borde de la quiebra técnica y si no se actúa pronto, la propia Universidad Autónoma de Querétaro se encontrará en la misma situación. Por ello, esta semana la UAQ se fue a paro académico activo en solidaridad con las demás universidades estatales y previendo que nuestro futuro no se ve halagüeño en caso de continuar en esta ruta presupuestaria, la cual abordaremos en una siguiente entrega.

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