El historiador Fernando Benítez en su estudio con el cual colaboró en un par de volúmenes “Genios y figuras” de Selecciones del Reader´s Digest, titula su ensayo sobre Sor Juana Inés de la Cruz: “La primera feminista del nuevo mundo” y nos proporciona un dato curioso e interesante que, refleja no sólo la inteligencia de la joven mujer, sino su amplia cultura; en efecto Benítez afirma: “Ya en la capital, aprendió latín en 20 lecciones y asimismo estudiaba la lengua portuguesa hasta aprenderla por sí sola. (También hablaba el náhuatl, lengua indígena) …Algunos señores y damas a los marqueses de Mancera juzgaban de Juana Inés por los estudios, como cosa imposible… le llamaron impostora y sus conocimientos una farsa. Para disipar la duda… el Virrey invitó a 40 letrados a examinar a la joven en sus respectivas disciplinas… algunos de los presentes pretendían humillarla y otros asistían para aplaudirla. La joven de 15 años, entró al salón con dignidad. Durante horas fue bombardeada con las preguntas de los eruditos… ella se justificaba fácilmente. Contento con su éxito, el Virrey, comentaría días después que la muchacha hizo a sus inquisidores “a la manera que un galeón real se defendería de unas pocas chalupas que lo embistieran”.

Los cronistas de la época describían a Juana Inés como una bella mujer “de hermosos labios rojos, dientes blancos y bien formados, de tez dorada y manos exquisitas”. Hasta hoy en día no se sabe con certeza si su decisión de enclaustrase en un convento debido a su vocación o por celos, amor no correspondido, desilusión (uno de sus poemas expresa: “¿Qué ingrato me deja busco amante? Al que ingrato me deja, busco amante; Al que amante me sigue, dejo ingrata; Constante adoro a quien mi amor maltrata; Maltrato a quien mi amor busca constante) empero todo lo anterior resulta ocioso ante la grandeza y perdurable de su vasta y diversa obra: Poemas, ensayos, villancicos, autos sacramentales, comedias y compuso música sacra. Su Primer Sueño, poema extenso y que es un canto al anhelo de conocimiento: “El poema tiene un sentido doble, en tanto que muestra una inquietud universal, la búsqueda de la verdad, pero también una experiencia íntima, la de las limitaciones de la mujer para acceder al conocimiento: así nos lo demuestra a través del uso híbrido de la palabra alma a lo largo de toda la obra, hasta el final”.  (Continuará)

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