Después de invertir dos años haciendo que el Congreso aprobara muchas reformas y sin que la economía muestre los beneficios esperados de la mayoría de ellas, el gobierno debe ahora enfrentar el reto de la caída de precios del petróleo.

La reforma de energía fue atractiva para las empresas extranjeras en gran parte porque los precios estaban altos. Éstos permitían altas utilidades para distribuirse entre el gobierno y las empresas, más los gastos extras en que éstas deben incurrir para participar y ganar licitaciones. Dichos costos no son menores y aunado a los riesgos de las licitaciones, hace indispensable el precio alto.

Al haber caído los precios internacionales en casi 30% desde su pico en junio, este atractivo se esfuma. En México los campos atractivos para inversiones grandes son los que ya tiene asignados Pemex y los campos nuevos no explorados aún. Un problema de éstos es que con el exceso de oferta mundial y aumentos previsibles en la producción de campos muy grandes en Brasil, Irak, Canadá y Estados Unidos, más inversiones en exploración no son favorecidas. Las grandes empresas ya estaban recortando gastos de capital aun antes de la caída de precios.

En lo que sí habría interés es en participar en campos con alto volumen de producción que tiene Pemex asignados. Lograr esta participación sería un logro que el gobierno podría exhibir al mundo sobre la reforma de energía y con ello mantener el interés en México. Pero un problema es que de estos campos depende el grueso del ingreso fiscal del gobierno. La alta dependencia que tiene el gobierno del ingreso petrolero indica que aun el precio de 75 dólares no alcanzaría para reparto alguno.

Como no hay certidumbre sobre la trayectoria de los precios, tampoco se puede tratar este asunto como temporal. La producción de Estados Unidos, Kuwait, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes sigue aumentando, cuando la demanda se sigue recortando, por la desaceleración global. En Estados Unidos se anticipa que la producción seguirá al alza, aun con precios bajos, pues los productores logran más eficiencias para seguir bajando costos.

Con el precio en 75, los ingresos de exportación bajarían 12 mil millones de dólares sobre la cifra de 2013. Si la baja de ingresos se amplía a la venta interna, la caída de ingresos sería aún mayor y casi seguro inmanejable en el corto plazo.

De ahí que una primera decisión que probablemente tome el gobierno sea no aplicar la caída de precio externo a las ventas internas, dejando éste último ingreso en nivel similar al del año pasado. Como además se planeó un aumento de la gasolina de 3% en enero (el cual será un gran golpe a la demanda), esta primera prueba hará perder competitividad a la economía interna.

Pero aun protegiendo las ventas domésticas de crudo de la caída de precios, en algún momento el gobierno tendría que enfrentar una segunda decisión, sobre el nivel del gasto público. En 2015 habrá elecciones y los políticos en el Congreso así como los gobernadores van a abogar por no reducir el gasto.

La debilidad de precios puede durar un buen tiempo, pues hay demasiada oferta y no sólo se concentra en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ni Arabia Saudita tiene el control del precio en esta organización. Aun reduciendo la producción, es improbable que la OPEP logre aumentar mucho el precio.

Por lo tanto la decisión que el gobierno mexicano enfrentará en el curso de 2015 sería la reducción de gastos para evitar mayor endeudamiento público. Esta sería preferible ahora y no después, cuando muchos programas ya hayan cobrado impulso.

Analista económico. rograo@gmail.com

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