La capacitación que recibe la mayoría de las empresas del país se basa en la técnica expositiva, la cual implica la participación de un especialista que prepara un tema el cual “platica” a los asistentes y refuerza a partir de ejercicios que desarrollan en clase.

Al recibir información bajo este esquema, el participante utiliza la vista y el oído, permanece mayormente como espectador de un conocimiento. ¿Imaginas con este método qué porcentaje de la información expuesta verdaderamente retiene un alumno promedio? ¿Qué cualidades debe desarrollar el ponente para mantener la atención óptima del participante la mayoría del tiempo? ¿Cómo evita distractores de escritorio relacionados con la era tecnológica que vivimos sin llegar al punto de eliminar laptops, tablets, móviles de su clase?

Las técnicas educativas van evolucionando y un canalizador más productivo del conocimiento es el juego. En particular te platicaré del modelo de capacitación recreativa o MCR. Es utilizado, principalmente, al diseñar programas de capacitación con equipos de trabajo. Este modelo está siendo defendido a través de un sustento de tesis del doctorado de Ocio y Potencial Humano en la Universidad de Deusto, es Bilbao, España por una mexicana: Kathia de las Nieves Presno Ozaeta, mexicana licenciada en Administración de Tiempo Libre y Maestra en Recreación.

El MCR se entiende como: el proceso de capacitación vivencial, especializada en técnicas recreativas y recreación educativa, el cual tiene la flexibilidad de adaptarse a diferentes entornos, poblaciones, objetivos, temporalidad, espacios y presupuestos; enfocada al desarrollo humano y calidad de vida de los participantes. Considera tres metodologías al conformarse, la capacitación vivencial, la recreación educativa y programas recreativos.

Al utilizarlo, se definen tres fases previas a la impartición del curso. En la primera se averigua sobre el público que participará, los objetivos del curso, la temporalidad y el espacio con el que se cuenta para desarrollar el programa de actividades.

La segunda fase es de diseño. Se seleccionan componentes de aprendizaje, contenidos, sustentos teóricos, se involucran especialistas en el tema, se decide quién será el facilitador, los materiales y el espacio donde se desenvolverá el programa.

En la tercera, se define el organigrama de quienes participarán logística y operativamente en la impartición, se sensibiliza al recurso humano sobre los objetivos y temas del curso, se considera el layout del espacio, montaje y aplicación del programa.

Hay tres elementos que dan un valor sin igual al juego al momento de compartir conocimientos.

1.                  Aplicas todos tus sentidos. Al jugar no solo escuchas y ves sino que usas todos tus sentidos y atención, lo cual potencia la experiencia y por ende el conocimiento.

2.                  Puedes generar simuladores del tema a tratar, prácticamente cualquier tema por árido que parezca es factible de ser adaptado a alguna técnica lúdica, con lo cual mantienes por mayor tiempo la atención de la gente.

3.                  Excelente observador de conductas. Platón decía: “En una hora jugando puedes aprender más de una persona que toda una vida platicando”. Y esto sucede precisamente porque al jugar, te desenvuelves como normalmente lo haces en tu vida diaria.

Hay empresas que dudan en capacitar a su gente por no tener muy claro los beneficios que esto trae al proceso productivo y resultados esperados. La capacitación vivencial es una herramienta que ayuda a anclar el conocimiento, a la par de que brinda una buena experiencia al empleado el cual agradecerá toda la vida.

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