Soy un acérrimo seguidor del emblemático y eterno entrepreneur británico Richard Branson, que bajo la marca Virgin ha incursionado en una variedad e infinidad de negocios y mercados de manera visionaria. Los negocios de Branson incluyen hotelería, ecoturismo, tecnología celular, exploración, deportes extremos, aerolíneas, turismo espacial, modas y publicidad, entre muchos otros. Branson es un personaje para admirar en muchos aspectos, sin embargo, la característica más admirable de su persona —desde mi personal punto de vista— es su interés por compartir su conocimiento y experiencias a lo largo de sus múltiples aventuras.

Es en su blog personal donde Branson periódicamente pública que encontré un texto del cual quiero extraer una interpretación este martes. Keep it simple, stupid (http://bit.ly/2nlqQFd) se titula la aportación del británico. En ella describe el concepto de hacer las cosas con un enfoque sencillo, frase utilizada por el ingeniero Kelly Johnson, de la firma de diseñadores Lockheed Skunk Works. La idea central es diseñar y fabricar casi cualquier vehículo, aeronave o artilugio bélico de manera sencilla, de tal suerte que casi cualquier pueda utilizarlo e incluso repararlo.

Con la premisa anterior en mente, quiero traer a la mesa la siguiente pregunta, un tanto retórica: ¿podría diseñarse política pública, programas sociales, servicios públicos, leyes o programas educativos de fácil acceso, de ejecución simple y transparente? ¿Se podría también ofrecer con este enfoque soluciones a los problemas torales de nuestro país? ¿Qué tanto de lo que hacemos, proponemos o incluso diseñamos, si es el caso, tiene este enfoque? Una pregunta más: ¿acaso no utilizamos este enfoque para la construcción de nuestra actividad cotidiana porque es una manera de diferenciarnos, de blindar un entendimiento claro fuera del espectro de conocimiento general, o simplemente porque no sabemos cómo hacerlo y la manera más fácil de ofrecer o diseñar soluciones es aquella con cuyo lenguaje y terminología sí conocemos y dominamos?

Sin alargar tanto esta reflexión, ¿qué sucedería si existieran leyes de fácil y pronta ejecución, políticas públicas sencillas y de rápido acceso a la población? Programas con fondos de claro  alcance y de ejecución expedita para emprendedores (por mencionar sólo a uno de los importantes activos de la actividad económica de nuestro país). Imaginemos servicios educativos que privilegiaran la celeridad y oportunidad de sus beneficios —resguardando, por supuesto, su clara y concreta fiscalización— en donde la efectividad pudiera ser medida de manera simple, evidenciando los beneficios por encima de otros interés.

No es complejo imaginar escenarios así, lo que sí es sin duda retador es cómo construir desde la posición, responsabilidad o contexto de cada uno de los que tenemos posibilidad o responsabilidad de hacerlo políticas, programas o servicios sencillos, de fácil ejecución, con la claridad que permita que los usuarios de tales programas se vean inmediata y claramente beneficiados, donde las dobles intenciones no sean el primer criterio para su creación, y su evaluación en realidad permita valorar su continuidad más allá de tiempos y ciclos fuera de la realidad social.

¿Será tan complicado hacer lo que nos toca con un enfoque sencillo para todos…?

Google News