El destino de El Bronco arroja una enseñanza central para la clase política mexicana: no te quedes solo. Hoy, Jaime Rodríguez Calderón está en la cárcel y nadie saca la cara para defenderlo. ¿Por qué llegó hasta ahí?

El Bronco inició su carrera en el PRI, pero rompió con este  para ser candidato “independiente” a la gubernatura. Su estilo fresco, entrón y desenfadado, de outsider de la política, fascinó a los regiomontanos, hartos de gobernadores ineficaces y corruptos del PRI y PAN. Era la alternativa para no tener que optar por alguien de López Obrador, al que nunca le han tenido confianza. Así que los grupos más importantes del poder económico regio adoptaron rápido al Bronco y lo arroparon. Arrasó en la contienda por la gubernatura y a los dos años de gestión, ya había decepcionado a todos y ya había roto con todos. Cuando quiso buscar la Presidencia de México por la misma ruta sin-partido, ya no lo cobijaba nadie. Su candidatura fue un fracaso estrepitoso. Con la derrota nacional a cuestas y sin haber ganado siquiera en su propio estado, regresó a completar su periodo de gobernador con niveles de aprobación ínfimos, muy distantes a los que tenía cuando arrancó su sexenio.

Entonces vino su debacle: El Bronco no supo jugar su sucesión. Primero apostó por impulsar a su propio candidato, su secretario de Salud, Manuel de la O. Buscó incrustarlo en cualquier partido. Nadie lo quiso postular. Cuando vio que las encuestas favorecían a la morenista Clara Luz Flores, se la jugó con ella. A fin de cuentas ella y su esposo, Abel Guerra, son compadres del Bronco. Pero se cayó la candidatura de Clara Luz cuando se revelaron sus videos demostrando su cercana relación con la secta Nxivm, que ella había negado. Como Plan B, El Bronco empezó a apoyar a Adrián de la Garza, el candidato del PRI que había divulgado esos videos. Para la mala suerte de El Bronco, el priista nunca capitalizó la caída de la morenista en las encuestas: todo se lo llevó Samuel García, de Movimiento Ciudadano, que llevaba varios años pidiendo meter al Bronco a la cárcel.

El Bronco no se acercó a Samuel, no se atrincheró en el PAN, no se arropó en el PRI, plantó a Morena y en sus seis años, nunca fue capaz de crear un grupo político propio desde la fuerza de los sin-partido. Se quedó solo. Para Samuel García, el costo político de meterlo a la cárcel fue cero: nadie defiende al Bronco. Ni su chofer, que fue el que recibió la llamada, detuvo la camioneta y lo aprehendió.

SACIAMORBOS

El presidente se queda cada vez más solo. Lleva varios meses desconociendo a muchos que fueron sus aliados. Autócrata, incapaz de aceptar una crítica, ha desconocido a periodistas que pavimentaron su camino a la Presidencia, a activistas que lo apoyaron abiertamente en campaña, a famosos actores y actrices que hicieron campaña a su favor, a políticos que lo respaldaron en su largo andar a Palacio. Antes, presumía su cercanía. Ahora los tacha de conservadores. Y así, poco a poco, el presidente se queda cada vez más solo, hundido en sus discursos mentirosos y vacíos que sólo él se cree, con sus radicales que lo aplauden sin abrir ni la rendija de los ojos.

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