Quedan 29 días de campañas y estamos a un mes de las elecciones. La gran tajada de los casi 27 millones de spots del periodo electoral han sido vistos y/o escuchados por la opinión pública. Pero, aun así, desde el arranque de las campañas, las preferencias electorales colocan a Andrés Manuel López Obrador en primer lugar; Ricardo Anaya en segundo y José Antonio Meade en tercero.

Los independientes han tenido variantes en las preferencias porque arrancamos con tres —las de Margarita; El Bronco y Ríos Piter— que después se redujo a una candidatura independiente, la de Margarita Zavala, cuando el INE bajó a El Bronco y Ríos Piter y después volvimos a tener dos independientes que ahora son uno solo: El Bronco.

Con todo y esos movimientos en las candidaturas independientes, las preferencias entre primero, segundo y tercer lugar han permanecido iguales en el promedio que realiza oraculus.mx de las encuestas registradas ante el INE.

¿Qué está pasando? Platicando con estrategas de las campañas presidenciales me comentan, en una de ellas, que transmitir mensajes a la ciudadanía ha sido un reto monumental por dos razones. La primera es que los spots que transmiten los medios electrónicos —la radio y la televisión— tienen un formato tan rígido que es complicado reaccionar a los vaivenes de las campañas.

Si una campaña saca un tema sobre el candidato de otra que lo obliga a responder, intentar hacerlo vía spots en los medios electrónicos sería una pérdida de tiempo valioso. Entre que piensan la respuesta; realizan el spot; lo mandan al INE para que lo revise; el INE lo aprueba y luego lo envía a los medios para que éstos lo pauten, el ataque del contrincante ya habrá quedado en la memoria de los electores.

Por ello, la respuesta ha tenido que ser vía redes sociales. Y aquí el gran tema que influye en lo poco que se mueven las preferencias electorales. Las redes sociales, lejos de lograr la alta conectividad entre personas, una comunidad global como la que Mark Zuckerberg dice añoraba para Facebook, han generado islas de personas interconectadas con poca conectividad entre las islas.

Es decir, los videos que sube cada campaña en sus redes sociales los ven miles de personas, casi todas afines a cada una de las campañas. Las historias de Betty que distribuye la campaña de José Antonio Meade la ven y la transmiten los priístas y los simpatizantes del propio Meade; las explicaciones de Ricardo Anaya subidas a YouTube sobre la compra de su nave industrial la transmiten los panistas y simpatizantes de Anaya y las ven entre ellos; los videos de AMLO y su esposa Beatriz cantando los distribuyen los integrantes de Morena y los afines a López Obrador.

Cruzar de una isla a otra se ha vuelto muy complicado. Además, cuando alguno de los videos de una campaña cruza y es visto por otros ciudadanos, lo que logra es reafirmar las ideas y prejuicios de quien lo está recibiendo.

Es decir, el que no simpatiza con Anaya y ve el video con la explicación de la nave industrial de Anaya, refuerza su idea que Anaya es un lavador de dinero; quien ve el de Paco Ignacio Taibo II hablando sobre la reforma energética y no simpatiza con AMLO, refuerza su idea que el candidato llegaría a la Presidencia para acabar con ella. Por su parte, el simpatizante de AMLO que recibe ese mismo video lo desecha alegando que Taibo no tiene el peso ni la influencia para determinar el destino de la reforma energética una vez que gane AMLO.

La interconectividad logra mayor comunicación entre islas. La comunicación entre las islas de personas con distintos puntos de vista o distintas simpatías se ha reducido y esto complica mover las preferencias electorales. Es un fenómeno que no solo ocurre hoy en México, también sucede en otras democracias. En México, el factor tan restringido y limitado para los medios electrónicos simplemente lo exacerba.

@AnaPOrdorica 

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