La escritura a dos manos constituye la rúbrica de la política de Andrés Manuel López Obrador. Su visita a Washington la semana pasada, hizo patente una forma de operación pragmática. Por un lado, su discurso estuvo dirigido a fortalecer la “amistad” con el vecino del norte, dejando al margen temas controversiales como la migración, la seguridad nacional y el narcotráfico, para colocar en el centro el T-MEC y abrir un camino para enfrentar la crisis económica de México, profundizada por la pandemia de la Covid-19. Y, por el otro, una narrativa al interior del país que dificulta generar puntos de coincidencia entre los diferentes sectores de la población.

El discurso ofrecido por López Obrador en la Casa Blanca estuvo marcado por el pragmatismo político. Sus palabras fueron de agradecimiento y “reclamo”: “A usted presidente Trump le agradezco su comprensión y ayuda que nos ha ofrecido en comercio, petróleo, así como su apoyo personal para la adquisición de equipos médicos que necesitábamos con urgencia para tratar a nuestros enfermos del Covid-19, pero lo que más aprecio es que usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía”. Indudablemente, esta frase final estaba cargada de ironía. Al mismo tiempo aprovechó para manifestarle a su homólogo que, “Hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan, pero también hemos podido establecer acuerdos de cooperación y convivencia”. Ambas frases estructuran una retórica de doble vía —locución que se repite en todo su discurso—, cuya semántica hace posible la conciliación de antagonismos e intereses entre ambos mandatarios. AMLO apuntala el soporte político necesario para el fortalecimiento de la economía mexicana y Trump refuerza su base electoral con vistas a buscar la reelección en los comicios a celebrarse este año en los Estados Unidos.

Al interior del país, el discurso de López Obrador generó opiniones coincidentes entre algunos sectores progresistas y conservadores, en cuanto a la “tibia” respuesta frente a los agravios de Trump a los migrantes mexicanos. Resulta paradójico que dos posturas ideológicas divergentes concurran en sus argumentos en torno a esta crítica. Esta situación abre una interrogante a la política del presidente, ¿con qué fin perfila un discurso que concilia a dos sectores antitéticos en su contra? El reclamo permanente que la opinión pública hace al ejecutivo se refiere a su política de polarización. Pero, en esta ocasión, observamos la concordancia en el punto de vista de dos grupos políticos opuestos entre sí, derivada de la actuación de su visita a Washington.

Reclamar a Trump en clave de agradecimiento por los agravios y la usurpación de la soberanía, resulta un logro importante en términos diplomáticos. Pero, no es seguro que el interlocutor haya recibido el mensaje. Escribir a dos manos requiere de una escucha inteligente y sensible, cuestión difícil de encontrar en los tiempos que corren.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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