De nueva estamos aquí, en el punto de partida simbólica que como seres sociales nos hemos creado. Antes de cruzar el puente simbólico temporal, vale la pena mirar atrás y guardar esos momentos para el futuro.

¿Cuáles serán esos momentos que, como esas polaroid instantáneas tan de moda en décadas anteriores seguiremos viendo años después? ¿Cuáles son los hechos que marcaron este año que acabamos de dejar atrás? Y aunque ese año, como todos, hubo gran variedad de acontecimientos, estos giraron en torno a un hecho, a un personaje: Andrés Manuel López Obrador.

Finalmente, en su tercera campaña presidencial, AMLO se alzó con un indiscutible triunfo donde obtuvo más de la mitad de los votos emitidos.

En lo que pareció una elección definida antes de comenzar por la debilidad de los oponentes, nos dejo ver al electorado mexicano cuánto desconocían el candidato del PAN y el PRI al México real. Una aristocracia política que vive encerrada en su burbuja y no alcanza a entender qué pasó el primero de julio.

Prueba de ello es cuando en uno de los debates, Ricardo Anaya, del PAN, PRD y MC, dibujaba un México futurista, digital, como cuando fue a comprar a una tienda en California y todo el proceso fue automatizado. En ese espejo se miraba Anaya y ese espejo se le rompió cual frágil pantalla de un celular de 22 mil pesos.

En dicho debate, si es que así le podemos llamar a esos encuentros que más bien parecían monólogos o stand ups —como el caso del Bronco—, Ricardo Anaya dijo que con la tecnología y el uso de un smartphone, un “campesino puede ver el precio de sus cosechas sin necesidad de un intermediario, aprender un idioma, salud, educación a distancia…”.

Esa fue una muestra de que Anaya no conoce el empobrecido campo mexicano, imaginaba a los campesinos mexicanos como un granjero norteamericano. Anaya y los de su partido viven en una burbuja en donde no alcanzan a entender al México real y eso lo pagaron caro en las urnas. Y quién sabe hasta cuándo vayan a comprenderlo y reinventarse.

Otra muestra fue que el spot más recordado de la campaña fue que no decía nada: el de Movimiento Ciudadano con un jingle que lo mas memorable era el Nanananana, el cual, si hubiera estado fuera del contexto político se hubiera convertido en un hit musical con el propio Yuavi.

En lo local, el PAN siguió perdido y no entendió tampoco los reclamos ciudadanos y por ello, lo que antes parecía una elección fácil para el albiazul, como incluso mostraba una encuesta fallida de la UAQ, se transformó en una votación de pesadilla para el búnker azul en donde tuvieron que esperar las resoluciones de tribunales federales que le otorgaron el triunfo por una mínima diferencia ante Adolfo Ríos, candidato sin experiencia política y que durante la campaña cometió muchos yerros, lo cual demostraba que no es que la gente quisiera al abanderado del PES y Morena, sino que mostraron su rechazo al PAN.

Y para redondear un año que el PAN local mostró que no entiende que no entiende, decretaron en plenas fiestas decembrinas el aumento del transporte público hasta a 11 pesos. A ver ahora con la cuesta de enero cómo responden los usuarios.

Baste recordar que los votantes queretanos mas que en las calles, se cobran las afrentas en las urnas y ya mandaron un mensaje este julio y no entendieron. Habrá que ver cómo se dibuja el escenario para el 2021, pero Acción Nacional debería de poner sus barbas a remojar, tan solo se requiere señalar dónde se encuentra el PRI, quizá ese puede ser su destino.

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