El presidente hubiera preferido que ya no se hablara de dos grandes escándalos de su sexenio. Pero en los últimos días, los casos de su hermano Pío y de la Casa Gris de su hijo José Ramón han vuelto al escenario central. Y han vuelto de una manera en que vuelven a exhibir a un presidente culpable y a un presidente autoritario.

Pío López Obrador, al enfrentar su caso judicial por aparecer en video recibiendo clandestinamente sobres amarillos con dinero en efectivo, pidió que compareciera su hermano Andrés Manuel. Tiene toda la lógica: en el video, Pío deja claro que el dinero es para la campaña de su hermano y que su hermano sabe de todo. Así que para seguir la ruta del dinero hay que preguntarle al destinatario final de los recursos: Andrés Manuel López Obrador.

Pero la Fiscalía General de la República decidió no citar a declarar al presidente. Determinó que el presidente puede declarar por voluntad propia, pero no será citado. Nadie esperaba otra cosa: lo de la Fiscalía “autónoma” es un apodo; el fiscal fue puesto ahí por el presidente para protegerlo, y a cambio, el presidente protege al fiscal.

Que Pío haya solicitado la comparecencia de su hermano y que la Fiscalía haya optado por encubrir al presidente exhiben que Andrés Manuel López Obrador no puede explicar de qué vivió tantos años sin trabajar: es obvio que en los 13 años que pasaron entre que dejó de ser jefe de Gobierno y empezó a ser presidente, el dinero le llegaba en efectivo en sobres amarillos. Dinero sucio. Así fue desde tiempos de Bejarano —quedó también registrado en video— y así siguió siendo en tiempos de Pío.

El presidente tampoco ha podido explicar cómo le hace su hijo José Ramón para vivir como millonario sin trabajar. Ni los conflictos de interés que circundan su vida de magnate en Houston. Cuando en mi programa de Latinus revelamos la Casa Gris, López Obrador emprendió una embestida en mi contra. No le importó violar la ley. Estaba decidido a la venganza. Así lo confesó: no estaríamos hablando de Loret si él no hubiera publicado estos reportajes, dijo.

Hace unos días, el Inai resolvió que el presidente AMLO debía ser sancionado por revelar datos personales míos. ¿Cuál será la sanción? La que determine el Órgano Interno de Control de la Presidencia. O sea, ninguna: el presidente no se sancionará a sí mismo. Pero la decisión del Inai deja a López Obrador exhibido en su apetito de venganza contra un periodista, incapaz de contestar lo que el reportaje cuestiona, y profundamente autoritario.

SACIAMORBOS 
¿Será que otro importantísimo miembro de la “primera familia” tuvo mucho que ver con el aterrizaje del helicóptero de la Marina en pleno campo de beisbol para abrir el partido de los Olmecas de Tabasco con la mascota del equipo a bordo?

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