Chicago, Illinois.– Greta Thunberg es una adolescente de 16 años que ha movilizado a más de siete millones de personas para demandar acciones tangibles que detengan el deterioro causado por el cambio climático. Esta joven es ejemplo de que un individuo, sin más agenda que defender nuestro derecho a existir puede hacer una enorme diferencia. La revista Time designó a Thunberg como la persona del año 2019.

Greta padece el síndrome de Asperger, un desorden que afecta el comportamiento, la adaptación social y que puede causar que un individuo genere un interés obsesivo sobre un tema específico. En este caso, el deseo de parar la destrucción ambiental con políticas públicas sensibles. La joven dice que esta condición es su “súper poder”, pues le permite ignorar las conversaciones banales, mantiene el enfoque en el asunto de interés y le permite expresar con brutal franqueza sus puntos de vista.

Los seres humanos funcionamos socialmente diferente a Greta, pues buscamos la reafirmación positiva, característica que refuerza las islas informativas en redes sociales entre individuos que sólo son afines. “La gente normal”, rehúye la negatividad y busca la auto-gratificación. Quizá por eso, hablar de temas banales, pero “felices” es preferido a enfrentar el dantesco pronóstico de la inacción ambientalista.

Por ello, tal vez resulte molesto hablar del reporte del Banco Mundial Groundswell, reproducido por el MIT Technology Review, que pronostica la migración forzada de decenas de millones de personas debido al clima extremo producto de las emisiones invernadero. De hecho, anticipa que para el 2050, el cambio climático obligará a 1.7 millones de mexicanos a emigrar, pues las zonas áridas del norte y las de baja altitud en el sur serán más propensas a sequías, incendios e inundaciones que el centro del país. Es decir, las áreas urbanas deberán absorber a millones de refugiados.

El documental Our Planet, producido por Netflix, contiene una dantesca escena en la que, a falta del hielo que se ha derretido, miles de morsas llegan a una costa y escalan una colina rocosa para evitar ser aplastadas ante el tumulto de animales en la playa. Al regresar al océano, los mamíferos caen de la colina en una dolorosa y lenta muerte. El equipo de filmación estima que más de 200 ejemplares perdieron la vida al intentar adaptarse sin éxito a las condiciones impuestas por el cambio climático.

Pero como la mayoría de nosotros no convivimos con morsas, ni vemos morir de hambre a osos polares, o ahogados luego de nadar incansablemente sin encontrar bloques de hielo para descansar, pensamos que el asunto no es problema nuestro. Grave error, pues las consecuencias nos afectan a todos.

Por eso súper héroes como Greta Thunberg son necesarios, para que nos ayuden con su devoción y enfoque a concientizarnos. “No quiero que nos den esperanza, quiero que entren en pánico, quiero que sientan el miedo que siento cada día, y luego quiero que tomen acción, como si estuvieran en crisis, que actúen como si su casa estuviera en llamas, porque lo está”, dijo Thunberg a líderes mundiales en el Foro Económico de Davos.

Estas señales de alerta pueden percibirse como pensamientos negativos, pero, en realidad, se trata de lo contrario. Son muestras de amor que nos ayudan a comprender lo que debe hacerse para preservar nuestra existencia y cuidar este maravilloso planeta, nuestro hogar, que compartimos con millones de especies.

Con el 2020 a la vuelta de la esquina, me comprometo a seguir ofreciendo ideas libres de compromisos o intereses, sólo cimentadas en hechos e información confiable. A pesar de los dilemas, “habrá un futuro”, como dice Greta. Muchas gracias por su lectura.

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