Aristóteles define la demagogia como la corrupción de la democracia

En el desempeño de cualquier profesión, cuando alguien promete algo y no  cumple, puede enfrentarse a serios problemas legales e incluso acabar en la cárcel. En cambio, en la política cuando se promete y no se cumple, simplemente no pasa nada, por eso la demagogia está corrompiendo la democracia mexicana y es que, sin decoro alguno, en forma sistemática los gobernantes –que deben servir a la ciudadanía- engañan al pueblo con promesas que de antemano saben que no cumplirán.

Un político puede mentir –por ejemplo- en cuanto a los supuestos beneficios que traerá consigo una reforma y no hay mayor repercusión. En otros sectores, como es en la industria, la oferta comercial que se basa en atributos falsos respecto a los contenidos y funciones, compromete la viabilidad económica de una empresa por las implicaciones legales de esto; tal es el caso Volkswagen, que programó la computadora de sus automóviles de modelos de diésel para distorsionar la información en cuanto a las emisiones de monóxido de carbono, enfrentando a la fecha costosas demandas.

Las sanciones deben aplicarse en todos los ámbitos; además de la esfera comercial, también tienen que replicarse en lo relativo a las declaraciones falsas que emiten para manipular a la sociedad. El problema de la política mexicana es que no hay leyes que permitan penalizar las mentiras que se utilizan para lograr el objetivo de contar con la mayor cantidad de votos o aquellas que se dicen para justificar las omisiones o acciones del gobierno.

No obstante de que existe un sistema legal que norma todas las conductas de la sociedad, su aplicación excluye a los propios políticos y su desempeño, generando con esto falta de credibilidad en ellos y en las instituciones, y la desesperanza de la ciudadanía. Para remediar tal situación es necesario lograr que el ejercicio de la justicia se haga sin distingos, pero no hay que obviar que quienes integran la clase política son quienes hacen las leyes y tal vez esto no convenga a sus intereses.

En la Universidad Autónoma de Querétaro se ha realizado un ejercicio que permite atender esta cuestión y la demagogia. Este año habrá elección de Rector y los candidatos deberán ser muy prudentes en sus propuestas y promesas a la comunidad, ya que a la mitad del periodo de gestión, quien resulte electo para desempeñar este cargo tendrá que presentarse ante los Consejos Académicos de las Facultades y de la Escuela de Bachilleres para rendir cuentas del trabajo de su administración y de cómo ha concretado sus compromisos de campaña en la realidad universitaria. Si estos órganos consideran que el Rector no ha cumplido con al menos 50 por ciento de sus compromisos, emitirán un voto negativo y en Consejo Universitario se determinará si continúa o no en su cargo.

Algo similar debería suceder en la vida política del país, iniciando por sistematizar las promesas que durante campaña hacen los candidatos a los cargos de elección popular, para que una vez que lleguen al poder, la ciudadanía les exija acrediten su cumplimiento. En caso de no cumplir, la revocación de mandato debería ser la medida de sanción, o bien, el escrutinio público tendría que bastar para que presenten una renuncia voluntaria.

Aunque por igual han fallado la derecha, la izquierda y el centro, ciertamente no debe generalizarse, pues hay políticos que son casos de excepción, pero es difícil apreciar esto porque la ciudadanía está cansada de aquellos que avanzan en la escala de poder confiados de que “prometer no empobrece”, echando a bajo las expectativas y esperanzas de bienestar que generan en sus electores.

Por lo pronto, a falta de leyes nos toca a los ciudadanos exigir que se cumplan las promesas y exhibir los engaños en sus declaraciones. Este país tiene que cambiar y para lograrlo la ciudadanía debe informarse y asumir responsablemente una participación proactiva.

Asimismo, desde el ámbito de la academia, quienes se dedican a las ciencias jurídicas pueden hacer aportaciones valiosas al respecto y es en este espacio donde deben realizarse trabajos de tesis en los que se propongan leyes y mecanismos para hacer cumplir la palabra que se compromete en política. Al sancionar la demagogia, México podría no sólo salir de la desesperanza sino también del subdesarrollo político.

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* Rector de la Universidad Autónoma de Querétaro.

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