Después de que se atoró el sexenio tras la desaparición de los 43 de Ayotzinapa y los escándalos de corrupción, el presidente Enrique Peña Nieto tocó el punto más bajo de su popularidad tras recibir a Donald Trump y decretar el aumento en el precio de la gasolina.

Su aprobación entre los mexicanos rondaba, cuando mejor, el 15 por cuento, pero hubo registros de un dígito, que causaron pánico y enorme preocupación en Los Pinos y el gobierno federal.

Para muchas personas, las encuestas han perdido toda capacidad de retrato de la realidad. Después de no pocos tropiezos —en algunos casos francamente escandalosos— un enorme sector de la población no las cree verídicas en lo absoluto. Sin embargo, siguen siendo referencia para el análisis y la estrategia política y de gobierno. Con sus asegunes, sabiendo leer lo que dicen y lo que no son capaces de decir, decantando finamente entre unas y otras, las encuestas en México son aún muy influyentes, relevantes y poderosas, así que las tomaré de base para esta columna.

Desde ese punto mínimo de su popularidad, el presidente Peña Nieto se ha levantado. Así lo marcan todos los estudios de opinión. Los especialistas lo atribuyen a que la estrategia gubernamental ha contenido eficazmente la amenaza llamada Donald Trump, a que el dólar ha bajado y la creación de empleos bate récords históricos, y a que al primer mandatario se le vio cerca de la gente a partir de la inimaginable tragedia de los terremotos.

Dos botones: Buendía&Laredo para EL UNIVERSAL ubica la aprobación de Enrique Peña Nieto en 31 por ciento, tres puntos arriba del trimestre anterior. Mitofsky en El Economista la tiene en 26 por ciento en noviembre, cuatro puntos porcentuales arriba que en agosto. Prácticamente todos los encuestadores apuntan a que el presidente se ha recuperado algo.

Según fuentes de buen nivel en Los Pinos, el equipo del presidente tiene como objetivo llegar a la elección del 1 de julio con un 30 por ciento de aprobación en promedio de las encuestas. Buscan que estos mejores números en la evaluación de Peña Nieto contribuyan a complicarle menos el trabajo al candidato del PRI a la Presidencia.

(Seguramente en esta misión de favorecer a José Antonio Meade, en el régimen no calculaban la invaluable ayuda que sigue prestándoles Andrés Manuel López Obrador, quien parece olvidar su posición de cómodo puntero en las encuestas para dedicarse a hablar de quien ocupa el tercer lugar… ¡y hasta de su coordinador de campaña! Me sigue pareciendo asombrosamente ineficaz esta estrategia, como ya expresé en una columna hace unos días).

Dejar el gobierno con 30 por ciento de aprobación no es positivo para ningún mandatario del mundo, pero considerando los niveles de los que viene el presidente mexicano, es casi un tanque de oxígeno. El número, sin embargo, es frágil: se puede derrumbar si surge otro escandalazo de corrupción, si el dólar sigue disparado, si la estrategia frente a Trump no funciona, si se descompone la economía.

Google News