Hace algunas décadas las instituciones universitarias con opciones para ofrecer experiencias internacionales era menos diversa y de acceso principalmente detonado por el interés personal de cada estudiante. Hoy, sin embargo, las oportunidades que tienen las nuevas generaciones de universitarios y profesionistas son por mucho más amplias, atractivas y por supuesto más competidas, ya que si bien es cierto que las estrategias de internacionalización existen desde hace décadas en las Instituciones de Educación Superior (IES para abreviar) públicas o privadas, también la cantidad de jóvenes interesados es mucho mayor que antes.

En el caso de México, la política educativa incluye desde hace varias administraciones federales, la dimensión internacional para la competitividad. En el Plan Sectorial de Educación 2013-2018 de manera implícita y explícita se encuentran las líneas de acción 2.3.8 y 2.3.9 de la estrategia 2.3 Continuar el desarrollo de los mecanismos para el aseguramiento de la calidad de los programas e instituciones de educación superior correspondiente al Objetivo 2 Fortalecer la calidad y pertinencia de la educación media superior, superior y formación para el trabajo, a fin de que contribuyan al desarrollo de México; dichas líneas de acción puntualizan el “Apoyar nuevos modelos de cooperación académica para la internacionalización de la educación” y “Promover que más egresados cuenten con capacidades suficientes para ser admitidos en los mejores programas de posgrado de México y el mundo”, respectivamente.

El impacto de las políticas públicas de nuestro país ha generado resultados interesantes a lo largo de los años, según los últimos resultados de “PATLANI1, Encuesta Nacional de Movilidad Estudiantil Internacional de México 2011-2012” coordinada por ANUIES (Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior), de 125 IES que respondieron el instrumento a finales de julio de 2012, 86 instituciones reportaron tener movilidad estudiantil internacional; de los casi 18 mil estudiantes con algún tipo de movilidad internacional el predominio femenino es relevante, siendo el 54% de mujeres y el 46% de hombres la distribución; España, Estados Unidos, Francia, Canadá y Alemania, son los principales destinos.

Sin embargo, aún falta mucho más por hacer, tanto para las instituciones como para los jóvenes; hoy los estudiantes universitarios se encuentran ante un escenario repleto de información al alcance de la mano, viven en un mundo cuyas fronteras físicas, políticas y tecnológicas son derrumbadas en un día cualquiera; se desenvuelven en instituciones que aún con limitaciones, ofrecen oportunidades incomparables para extender las alas y alzar el vuelo, en donde la voluntad de sus comunidades es mucho más grande que sus propias limitaciones.

Dónde se encuentra entonces otro gran reto: en los estudiantes mismos, en derribar esas fronteras que se yerguen como murallas en su mente, en deshacerse del listado de excusas y pretextos para no dar el siguiente paso, uno que quizá los acerque al borde del precipicio del cambio, en donde deberán obligadamente de extender sus alas para volar por sí solos, para acostumbrarse a las alturas y volar más alto y más fuerte, como lo demanda el nuevo concierto mundial… para volar sin fronteras.

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