En últimas fechas, el Instituto Electoral del Estado de Querétaro consideró procedente otorgar el registro como partidos políticos a organizaciones solicitantes que cumplieron con lo establecido para tal efecto en la legislación aplicable.

Si hacemos un poco de historia, recordaremos que en nuestro país había diversas corrientes revolucionarias, entre las que se encontraban: los carrancistas, villistas, obregonistas, zapatistas y otras más. De aquí que el general Plutarco Elías Calles hablaba de la necesidad de dejar de ser un país de caudillos para convertirnos en un país de instituciones. El 4 de marzo de 1929, Calles, varios militares y caudillos de la Revolución Mexicana fundan el Partido Nacional Revolucionario (PNR) antecesor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El partido nació como una federación de partidos políticos regionales, grupos políticos diversos, generales y caudillos sobrevivientes de la lucha armada.

De las exigencias, los ideales y las luchas sociales que impulsaron la Revolución Mexicana, emergieron fuerzas políticas transformadoras que, cohesionadas por un interés superior, recuperaron lo esencial y proyectaron una propuesta que quedó plasmada como la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.

En el transcurso de los años, ese interés superior siguió vigente y fue el que impulso a los integrantes del PRI a solidificarse como partido nacional fuerte. Había un intercambio constante entre las ideas que lo originaron, y las exigencias que se presentaban en el país, permitiendo que avanzara fortaleciendo su estructura interna.

Para adecuar sus principios —en una sociedad en constante transformación—, sus militantes dieron consistencia y rumbo al Partido que, en continua evolución, fue espejo fiel e instancia eficaz de esa sociedad crecientemente compleja y en plena expansión.

Ahora nos encontramos que esa amalgama entre militantes y partidos nacionales, en algunos casos, ya no existe, hay exclusión de sus agremiados. Lo mismo ocurre a nivel estatal, ya no hay esa liga entre militantes y dirigencias: se han profundizado las diferencias y han quedado en el olvido los avances sociales, que habían logrado, a fin de consolidar el Estado social y democrático de derecho.

Frente a esto, lamentablemente no se ha buscado corregir el andamiaje institucional, de manera que los partidos cumplan con su obligación constitucional de promover la participación del pueblo en la vida democrática, no sólo deben cumplir con esta obligación, sino que deben encabezar la gestión de la solución de conflictos sociales como las demandas de mejoramiento de servicios e infraestructura. Sin embargo, se han ido reduciendo los ámbitos de participación ciudadana.

Ante tal situación, el surgimiento de partidos locales está en aumento, tanto a nivel nacional como estatal, con la intención de abrir espacios de participación ciudadana; tal vez porque la población tiene menos dificultad para establecer comunicación directa, lo que no ocurre con los partidos nacionales.

Más allá de la democracia representativa, la soberanía popular implica una mayor participación del pueblo en la toma de decisiones. Los partidos no pueden ni deben estar bajo el control de un grupo minoritario que utiliza el poder público para su beneficio, donde prácticamente tiene secuestrados a los entes públicos, que deben servir a nuestra sociedad. Hablar de democracia también implica hablar del respeto a las leyes, a los derechos de los individuos y de las minorías.

En nuestra tierra, cuando se han presentado conflictos sociales como el de las calles de Ezequiel Montes y Madero, no hemos visto a dirigentes de partidos, no tienen tiempo ni sentido de liderazgo, están más interesados en asuntos intrapartidistas. Tampoco se hacen presentes los representantes populares, como regidores, diputados locales, diputados federales o senadores, cuando deben ser figuras mediadoras entre las autoridades y la sociedad.

Los partidos nacionales deben tener en cuenta una transformación profunda a su interior, es indispensable, lo que retrocede se estanca y perece.

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