De acuerdo con la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG, 2015), la inseguridad y la delincuencia se posicionan como la principal preocupación de los mexicanos.

Sin afán de invocar al baúl de los recuerdos rotos, páginas de la historia de nuestro país que nadie quisiera recordar, considero debemos hacer todo por evitar que se convierta en realidad la frase de Charles Darwin: “La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia”.

Nos sobra el año 68, nos faltan 43, ejemplos de lo que concebimos como irrepetible, acontecimientos que van en sentido contrario a un Estado de derecho. Hablemos de lo que nos acerca a ese puerto, echémosle un vistazo a la palabra “seguridad”.

Coincidirás conmigo en que estamos en un estado de necesidad para diseñar un plan eficaz para combatir la inseguridad. También compartirás el reconocimiento de la labor patriótica de las Fuerzas Armadas. Ahora te pido que te preguntes si los deberes de policía y vigilancia de la seguridad pública hacen binomio con dichas agrupaciones.

Con 366 votos a favor, la Cámara de Diputados en San Lázaro, aprobó la creación de la Guardia Nacional, iniciativa del Ejecutivo Federal, misma que pretende ser un instrumento de seguridad pública y de combate a la delincuencia, responsable de la preservación de los bienes de la Nación.

Nuevamente nos encontramos con que las propuestas originales del Ejecutivo Federal sufren cambios, otra vez ideas de bote pronto que sufren tremendos dolores en varias de sus aristas.

Esto viene a confrontar las estructuras policíacas de los 3 niveles de gobierno sin miras a una coordinación adecuada, más bien centralizada y ávida de poder y en contra de la soberanía de los estados.

Preocupa la profesionalización de los elementos, inquieta la ausencia de idóneos controles de confianza. Así de fácil se pone en el tablero el futuro de nuestros jóvenes reclutados sin capacitación y con indiferencia a los derechos humanos.

Alarma también el que no exista un esquema de rendición de cuentas de las acciones de la Guardia Nacional, sin vigilancia ciudadana.

México no se merece vivir digiriendo incertidumbre. Si mis notas mentales no me fallan, quien propuso la creación de la Guardia Nacional, sostuvo retirar las fuerzas armadas de la calle, ahora nos resignamos a acabarnos las uñas de ansiedad por poner en “práctica” apuestas que lejos de propiciar tranquilidad al país, confunden las mentes de los mexicanos.

No podemos jugar con la preocupación número uno del país. Mucho menos de manera arbitraria, improvisada y con sentido patrimonial del poder.
Exigimos que los planes se planteen en un contexto de análisis profundo, cuidando desde cualquier enfoque los derechos de las personas, de los mexicanos, de los ciudadanos que caminan día con día las calles de este país.

Sí, hay que hacer cambios en el esquema de seguridad, pero la fórmula debe basarse en optimizar el perfil de los policías, tener más y mejores, ministerios públicos capacitados, mejor inversión pública y más inteligente, una guardia civil. Invertir en prevención, no cubrir los baches de los lamentos.

Coordinación, no subordinación. Más poder nunca ha sido sinónimo de mayor eficiencia, más aun hablando de un sistema de seguridad.

México no necesita de antídotos tóxicos como un sistema de seguridad militarizado que falte al respeto de las autoridades de orden civil y por supuesto la tranquilidad de los ciudadanos y el presente de nuestros jóvenes.

Se dice el Ejecutivo Federal insatisfecho por el dictamen que aprobó la Cámara de Diputados; insatisfecha quedará la gente al ver la simulación evidente.

Los ciudadanos merecemos se haga valer el ejercicio de Parlamento Abierto y consideren las recomendaciones de organismos defensores de los derechos humanos.

Cito a los legisladores federales de la bancada panista “coincidimos con los gobernadores, alcaldes, expertos y académicos que estuvieron en las audiencias; la Guardia Nacional debe ser civil.”

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