El miércoles pasado el Museo Regional de Querétaro (MRQ), que reunió a una extensa cantidad de personas, fue sede de la inauguración de una magna exposición temporal titulada “Tierra Habitada, Paisaje y Arte Rupestre en Querétaro y Guanajuato”. Las propuestas tanto museográfica como museológica son en extenso interesantes, permitiendo que el espectador se involucre en la exposición, así como en la historia que se busca mostrar. Por más significativo que sea este escenario, la pregunta es: ¿cuál es la relevancia de esta exposición?

En el paisaje del octogésimo aniversario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del trigésimo quinto del Centro INAH Querétaro, se inauguró la exposición ya mencionada mediante las palabras de distinguidas personalidades, como Diego Prieto, director general del INAH, Rosa Estela Reyes, delegada del Centro INAH Querétaro, y Luis Bernardo Nava, presidente del municipio de Querétaro. Tal exposición se divide en varias secciones relatando la vida y expresiones culturales de los cazadores-recolectores que habitaron hace milenios en la región que ahora comprende los estados de Querétaro y Guanajuato; asimismo se muestra el cambio al sedentarismo y el desarrollo de la agricultura, y con ello una nueva serie de expresiones culturales; y finalmente se pueden apreciar cómo estas formas de cultura prevalecieron hasta modificarse durante el periodo de conquista.

Y ahora, ¿cuál es la relevancia de la exposición? Todo arte es importante, pues además de tocar las fibras sensibles de las personas al grado de sentir empatía por la obra, muestra la cosmovisión de las autoras o autores. En este escenario, lo expuesto muestra el pensamiento y cosmovisión de nuestros antepasados, así como su evolución tanto social, como cultural e histórica.

Todo esto traducido a nuestra actualidad nos brinda algo de suma importancia y hasta crucial en nuestra sociedad, y eso es identidad, concepto que además de relacionarse con la cultura, es también histórico y político. La identidad nos genera el sentido de pertenencia, en este escenario, pertenencia a nuestro territorio y su gente, lo que, por consiguiente y de acuerdo a las teorías de sociología, nos incentiva a cuidarlo. Pero no sólo eso, sin identidad, las personas en la sociedad no serían otra cosa sino entes perdidos y sin rumbo en un hábitat determinado, sobre todo porque, considerando la teoría constructivista en relaciones internacionales, la identidad es la que determina los intereses de las personas.

Ahora, para que la sociedad funcione requiere de varias estructuras y categorías sociales, una de ellas es el lenguaje y la cultura.

Separar estos dos o desestimar uno y centrarse en el otro de manera exclusiva no garantiza, ni por poco, el correcto funcionamiento de la estructura social en la sociedad. Es por ello que, por una parte, es necesario la existencia de ambos, así como su sano desarrollo. Por otra parte, la existencia, mejora y la proliferación de la cultura es un elemento central de cualquier sociedad para su desarrollo; una sociedad más culta y con acceso 
a la variedad de expresiones culturales tendría mejores oportunidades para garantizar su coexistencia y un futuro menos incierto.

¿Por qué? Una de las cosas que proporciona la cultura es ampliar el horizonte de expectativas, permitiendo el desarrollo de la realización personal —como decía Aristóteles— y así clarificar la ruta en la vida por la que uno desea o anhela caminar.

Por ello es de suprema importancia acercarnos a los espacios culturales, así como abogar por que la cultura no cese en nuestra entidad y en nuestro país.

En este contexto, esta exposición en el MRQ es una excelente oportunidad para acercarnos a esa historia y cultura que marca nuestra identidad como estado y nación mexicana.

Twitter @NielsRosasV
niels.rosas@gmail.com

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