Recién estos días concluimos un año que quisiéramos olvidar y dejar atrás,  pero las meras intenciones no lo permitirán y además sería injusto hacerlo, ya que nuestra realidad merece registrar especialmente en la memoria del corazón, todo lo vivido, lo ganado y lo perdido.

Recordar a quienes se fueron, una gran mayoría víctimas de la pandemia; recordar agradecer a quienes hasta hoy siguen luchando y arriesgando su vida todos los días por salvar la de otros; recordar que nos ha cambiado la vida y sus costumbres cotidianas; recordar los empleos y negocios que dejaron de ser; recordar la escuela y lo maravilloso que era coincidir con compañeros y amigos; tan solo recordar aquella libertad que de a poco se va perdiendo y sobre todo recordar lo que hemos tenido la oportunidad de aprender.

Inicia 2021 y la lista de deseos y propósitos se antoja mucho más simple que todos los años anteriores. Aunque podría y debería ser una larga suma de ideas e intenciones, al enumerarlas descubrimos que la gran mayoría se encuentra literal o metafóricamente vinculadas al oxígeno y a la respiración.

La enfermedad que hoy cobra más vidas, nos mata por la imposibilidad de obtener el oxígeno indispensable para que funcione nuestro corazón, entre muchos otros daños colaterales que causa el virus en nuestro cuerpo. Por eso debemos cuidarnos y evitar lo más posible el contagio y pensar como el principal propósito el mantenernos sanos. De ahí se deriva otro muy común, el realizar ejercicio para reunir las mejores condiciones físicas que nos ayuden a alcanzar una buena capacidad física para resistir el ritmo que la actividad diaria nos exige en las diversas edades, junto con la sana alimentación y un peso razonable.

En lo emocional, la paz y la armonía son propósitos de igual manera recurrentes, pero cuando las condiciones no se dan totalmente para ello, volvemos a la imperiosa necesidad de respirar profundo para encontrar la calma. El estrés y la angustia siempre vienen acompañadas de un ahogo virtual, esa terrible sensación de la falta de aire que incrementa nuestro malestar. Las malas noticias que escuchamos y leemos con frecuencia, la sinrazón que acompaña a muchas decisiones en diversos ámbitos, también nos hacen sentir la carga de un peso desproporcionado, difícil de dejar a un lado. Cuantas veces hablamos de la necesidad de “un pequeño respiro”, ante los acontecimientos, como un conjuro para seguir adelante.

Para quienes hoy día aún laboramos en empresas, como profesionistas, en negocios familiares u otros rubros que dependen sólo de nuestro personal esfuerzo, no nos proponemos crecer y obtener mejores números como antaño, solamente nos aferramos a la frágil posibilidad de subsistir, de no cerrar, de poder concluir proyectos en marcha o de mantener el empleo. Como si cada día, cada operación realizada, cada venta, se convierten apenas en ese oxígeno para poder respirar y continuar “con vida”.

Sin embargo, a pesar de la ilusión y esperanza renovadas ante la oportunidad de vacunarnos y que dicha vacuna sea oportuna y efectiva, este año se vislumbra complejo y complicado a lo largo, ancho y redondo de este planeta por todos los efectos colaterales que la pandemia trajo y trae consigo. En nuestra geografía nacional enfrentamos una gran cantidad de retos y necesidades que requieren de una visión más amplia para encontrar alternativas de solución. El panorama local no es tan diferente. Por eso, después de revisar la lista de propósitos, me quedo sólo con uno: Que en este año no deje de haber “oxígeno” y se pueda “respirar”, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.


Nota: El 31 de diciembre partió un buen amigo y estupendo ser humano, Sergio Ruiz Olloqui. A Karla su esposa y a la extraordinaria familia que juntos formaron, un cariñoso y solidario abrazo.

Twitter: @GerardoProal

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