Me parece que el gobierno mexicano nuevamente actúa intempestivamente y sin estrategia. Por tanto de una manera errática que a la postre nos traerá mayores costos y consecuencias. En esta ocasión me refiero a la forma en la que nuestro gobierno ha atendido el señalamiento del Presidente Trump en cuanto a imponer aranceles a las importaciones mexicanas.

Los hechos por los que afirmo lo anterior son los siguientes: el pasado jueves el Presidente Trump manifestó que los productos mexicanos enviados a EU pagarían a partir del 10 de junio y de inicio un arancel de 5% y que éste se incrementaría al paso del tiempo pudiendo llegar a 25%. Todo ello porque, acusó el mandatario norteamericano, México no hacía lo que podía para detener la migración centroamericana. Ese mismo día el Presidente López Obrador respondió y le envió una extensa carta en la que expresaba la posición de su gobierno y lo invitaba a dialogar. Al día siguiente y en la conocida “conferencia de prensa mañanera” López Obrador externó que enviaría a Washington y a la brevedad al secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard para tratar el asunto. El sábado el canciller mexicano, tal y como lo ordenara el Presidente, arribó a la ciudad de Washington con la misión de resolver el asunto.  Allá Ebrard se enteró de que los interlocutores deseados y apropiados, Mike Pompeo, secretario de Estado, y Jared Kushner, yerno y consejero del presidente Trump, lo podrían recibir hasta el miércoles 5 de junio. Finalmente el día de ayer se da a conocer que el Presidente Trump pide acciones y no conversaciones.

Considero que la pronta respuesta del Presidente López Obrador fue oportuna y el llamado al diálogo atinado, sin embargo no comparto el contenido de la mencionada carta con la que responde por múltiples razones. La más importante, no consideró a quién iba dirigida. La carta me produjo la sensación de que era una carta dirigida al pueblo de México con el objetivo de granjearse simpatías de cara a las elecciones de ayer domingo y no, como debiera ser, al presidente norteamericano. Además pretender dar una lección de historia y moral al Presidente Trump me parece un despropósito.

Aunado a lo anterior me parece un grave error que sin un acuerdo visible previo entre las partes se escale el problema y se manifieste públicamente  que el secretario de Relaciones Exteriores viaje a Washington. Peor aún, hacerlo sin haber acordado previamente las citas con sus contrapartes ya que ello lo coloca en una posición de desventaja de cara a la negociación. Por otro lado y solo suponiendo que en un principio lo hubieran recibido a su llegada del sábado, me pregunto si para ese momento ya se tenía un análisis de los impactos de la imposición de los aranceles tanto para México como para EU. Me pregunto si ya se tenían establecidos los contactos y acuerdos con quienes pudieran ser aliados de México en EU debido a las consecuencias de los aranceles para los consumidores norteamericanos. Me parece que el análisis y planeación que deben hacerse antes de sentarse a negociar no se hicieron.

Un tema que me parece fundamental prever y que percibo no se hizo, es el de vislumbrar la salida digna de la hoy ya confrontación entre ambos presidentes. Salida digna cuyo costo crece en la medida en la que se intercambian posicionamientos públicamente.  Me pregunto cómo se resolverá el asunto si ambos presidentes deben salir victoriosos a los ojos de sus electorados.

Fuente de los Deseos: Ojalá yo esté equivocado y México cuente con una auténtica y completa estrategia. Ojalá el Presidente ya no revuelva los asuntos de política internacional con los temas electorales locales. 
Comisionado del Consejo Estatal Contra las Adicciones.

@TAMBORRELmx 

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