Al terminar enero de 2017, Lantia Consultores reportó que ese mes se había verificado el mayor número de homicidios relacionados con el crimen organizado en lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto: mil 387.

Según las estimaciones de Lantia, Guanajuato se había revelado como uno de los estados más violento del país, con 124 ejecuciones, la mayor cifra mensual desde diciembre de 2006, fecha en que la consultora inició sus conteos —y en la que dio comienzo la llamada “guerra contra el narcotráfico”.

El detonante de la violencia en aquel estado, de acuerdo con Lantia, había sido el Cártel Jalisco Nueva Generación, CJNG: desde el año pasado existen indicios de que esta organización, dirigida por Nemesio Oseguera, El Mencho, desplazó sus brazos logísticos y operativos a Guanajuato y Michoacán, a fin de enfriar las cosas en el estado de Jalisco —donde se asienta su principal bastión financiero.

Terminó febrero de 2017 y la situación no mejoró. En Guanajuato hubo 142 ejecuciones (la mayor cifra mensual desde 2016). En Veracruz se contabilizaron 137. En Guerrero 128. En Baja California 80.

El mes cerró con mil 332 homicidios relacionados con el crimen organizado.

Al correr del sexenio, la huella del CJNG es cada vez más difícil de ocultar. La organización de Nemesio Oseguera deja marcas de sangre en los sitios por donde pasa.

De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2013 hubo en Baja California 775 homicidios dolosos. En 2016 —tras la incursión del CJNG en el estado—  el número de homicidios dolosos se disparó. El año cerró con mil 180 casos.

La Procuraduría General de la República detectó, en 2016, la presencia del CJNG en los estados de Colima, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Puebla, Quintana Roo, Baja California, Baja California Sur, Colima, el Estado de México, San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz.

En prácticamente todas estas entidades la violencia ha estallado de manera agobiante.

En 2013 hubo en Colima 178 homicidios dolosos.

En 2016 se registraron 600.

En esos años se llevó a cabo el apoderamiento de la “plaza” por parte de la organización de El Mencho.

Los datos del SNSP indican que en 2014 hubo en Veracruz 487 homicidios dolosos. En 2016 la cifra se elevó a mil 256. Veracruz es hoy un territorio controlado casi por completo por el CJNG.

Hay más ejemplos: Michoacán cerró el año 2013 con 902 delitos de este tipo. Para 2016 la cifra llegó a mil 287 casos.

En 2013 hubo en Baja California Sur 56 homicidios dolosos. El año pasado se registraron en la entidad 192.

En el periodo 2013-2016, la tendencia a la alza se verificó en la mayor parte de los estado señalados. Tamaulipas pasó de 556 homicidios dolosos a 595; San Luis Potosí, de 261 a 306; Puebla, de 409 a 590; Morelos, de 597 a 616; Jalisco, de mil 99 a mil 152; Guerrero, de 2 mil 87 a 2,213.

Solo se registraron descensos en Nuevo León (de 719 a 644) y Quintana Roo (de 214 a 133).

Las cifras resultan inobjetables. Lo que se desprende de ellas no es solo el crecimiento a sangre y fuego de un cártel específico. Lo que señalan sin lugar a dudas es que el escenario de violencia en el país es incluso peor que en el sexenio de Felipe Calderón.

Los homicidios dolosos durante la administración de Enrique Peña Nieto han crecido casi un 20% en relación con el sexenio anterior.

Tal vez ha llegado para el secretario de Gobernación el momento de aceptar que la estrategia de seguridad resultó un fracaso.

A la vista de estos resultados, no es posible esperar que luego de cinco años “de hacer lo mismo” la situación vaya a mejorar. Habrá más muertos que en el sexenio de Calderón y lo único que habrá cambiado serán los nombres de los verdugos.

Seguirán cayendo “objetivos prioritarios”, pero nada más.

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