México posee una gran cantidad de recursos bióticos que han sido aprovechados por los humanos, desde tiempos prehispánicos hasta la modernidad. Antes y ahora, la importancia de algunas plantas ha residido en el cuidado de la salud humana, aunque se carezca de evidencia científica que pruebe que su uso tiene una contribución real en la salud de quien con ellas se trata.

La ausencia de prueba no es prueba de ausencia, de tal manera que el hecho de no tener evidencia científica sobre la eficacia no necesariamente resulta en charlatanería. Sin embargo, si tratamos con salud o alimentación humana, no podemos darnos el lujo de tomarlo a la ligera. Así, aunque el conocimiento científico no es el único tipo de conocimiento, sí es aquel que mayor seguridad puede brindar.

En lo personal, no poseo pruebas de que un pozole pudiese ser tanto mi alimento como mi medicina, pero si lo descompongo en los elementos necesarios para cocinarlo y condimentarlo, el asunto se pone interesante. En esta ocasión, describiremos algunos datos curiosos, así como atributos con impacto en la salud humana por el consumo de orégano.

Sobre las curiosidades, definir el orégano es más complicado que definir otras plantas que consumimos. Por ejemplo, el jitomate pertenece a la especie llamada Solanum lycopersicum y no hay mayor punto de controversia, aunque existan diversas variedades como “bola” o “saladette”; pero el orégano pertenece a cuatro diferentes familias, donde destaca el europeo Origanum vulgare y el mexicano Lippia graveolens, es evidente que sus nombres científicos son totalmente distintos, lo que nos podría hablar de diferencias en el proceso evolutivo que llevaron a cabo. Aún así, ambas son plantas que duran varios años (es decir, son perennes) y son ricas en compuestos químicos como carvacrol y timol (principalmente), los cuales se encuentran en el aceite esencial.

A propósito, estos aceites extraídos de la planta han sido aprovechados desde hace muchos años, tanto en América como en Europa, para aliviar dolor de estómago o favorecer el flujo durante la menstruación; también como expectorante y hasta para disminuir flatulencias; así de versátil. Aunque existe evidencia de su efecto para algunos de los padecimientos mencionados, quizá hay uno de mayor relevancia: control de la bacteria Helicobacter pylori, la cual puede provocar enfermedades gastrointestinales y se encuentra presente hasta en el 90% de la población en países en vías de desarrollo. El porcentaje es alto y puede contrastar con que muchos pensemos no estar enfermos, sin embargo, podríamos poseer la bacteria, pero ser asintomáticos (no presentar padecimiento); lo grave sería que la exposición prolongada de este “bicho” puede provocar úlceras, gastritis y, a largo plazo, convertirse en factor de riesgo de adenocarcinoma gástrico; es decir que H. pylori es considerado agente cancerígeno.

De acuerdo con la Asociación Mexicana de Gastroenterología (2018), se reconoce a México con riesgo bajo-intermedio en cáncer gastrointestinal y ha sido difundido el uso de medicamentos como amoxicilina, tetraciclina, metronidazol, furazolidon, levofloxacina y claritromicina para su control. Sin embargo, es conocido el riesgo de provocar resistencia a antibióticos y efectos secundarios en quien los consume.

Por otro lado, la ciencia está buscando alternativas. De hecho, la línea de investigación que busca aplicaciones para los aceites esenciales no es nueva y resulta conocido que muchos de estos pueden matar microorganismos que causan enfermedades. Al respecto, existen grupos de investigación que han estado realizando pruebas en cultivos de H. pylori y encontraron que dos variedades de orégano tienen un gran efecto para el control de esta bacteria y, en consecuencia, potencial para prevenir un tipo de cáncer. Profundizando, ellos han elucidado que el efecto se encuentra principalmente por el carvacrol: esta molécula desintegra la membrana externa de la bacteria, y literalmente, vacía su interior y la mata.

Entonces, ¿un buen pozole con orégano podría salvarme del cáncer? No tan rápido: el experimento descrito fue realizado con la variedad de orégano europeo, y aunque la composición de carvacrol es muy similar a la versión mexicana que podría intuirse el mismo efecto, es necesario confirmar. Además, cuando compramos orégano en el mercado o en el super, difícilmente sabremos qué variedad nos están vendiendo, pues las etiquetas (si es que las tienen) no lo mencionan. Es decir, parecen buenas noticias para una etapa intermedia del conocimiento.

Pero esta etapa es necesaria, porque ¿de qué otra manera podrían desarrollarse nuevos procedimientos médicos sin conocer los principios básicos, luego las implicaciones globales y finalmente su uso potencial para curar personas? Y sí, seguramente necesitamos saber más, tanto del orégano como de otros de los recursos bióticos que tenemos disponibles, no sólo por su utilidad, sino por la pertinencia cultural, porque quizá, necesitamos verlo desde otra perspectiva para valorar lo que tenemos al alcance local.

@chrisantics 

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