El pasado 18 de mayo se llevó a cabo el segundo y último debate entre las únicas dos candidatas a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez, candidata de la alianza Morena, PT y PVEM y Alejandra del Moral, candidata de la coalición (surrealista) PRI, PAN, PRD.

Desde el inicio se notó la gran diferencia con respecto al primer debate, en donde la realidad fue la Mtra. Delfina tuvo que debatir contra dos personas, del Moral y la supuesta moderadora, Ana Paula Ordorica, la que desde un inicio olvidó su papel de moderadora para dedicarse a atacar a la Mtra. Delfina.

En esta ocasión el debate fue conducido, de manera muy profesional y sobria, por la periodista Ginarely Valencia, la que se concretó a hacer el papel que hacen todos los moderadores en el mundo: hacer las preguntas y controlar el tiempo a disposición para las respuestas y no como hizo Ordorica en el primer debate, la que parecía una tercera candidata con sus cuestionamientos y sus continuas interrupciones, principalmente cuando hablaba la candidata de Morena.

Este segundo debate resultó más soso que el primero, aunque debe destacarse que, una vez más, Alejandra del Moral mostró la típica demagogia priista en pleno. Escuchando sus propuestas no se entiende ¿por qué no las aplicó el PRI en los más de 90 años que tiene gobernando el estado? Pareciera ser que del Moral viene de Marte y que nada tiene que ver con los gobiernos priistas de la entidad y de los que ella ha formado parte.

Del Moral, de manera implícita y no explícita, señaló diversos problemas actuales en el Estado de México, pero cuidándose de no señalar a los responsables de tal estado de cosas cuando todos sabemos que los responsables son los priistas.

Al igual que en el primer debate, la estrategia de del Moral fue no hacer referencia a los partidos de los que es candidata, a sabiendas de la cauda de corrupción y desprestigio que arrastran PRI, PAN y PRD. Del Moral, en su última intervención llegó incluso al extremo de pedir a los mexiquenses que cuando vayan a votar “no piensen en partidos” dando la impresión de que se avergüenza de su propio partido o de que, de manera maquiavélica, trata de ocultar a su propio partido. Claro, esto después de haber sido cachada in fraganti pidiendo a liderazgos locales priistas de que salieran a hacer “lo que saben hacer” dado que lo que ella quiere es “una constancia de mayoría y no una de buena conducta”.

Ya veremos si la demagogia priista sigue aún calando en el Estado de México o si, por el contrario, triunfa la dignidad y el hartazgo de los corruptos gobiernos priistas.

Académico de la UAQ. anbapu05@yahoo.com.mx

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