El presidente de Chile, Gabriel Boric, visitó México y, además de dialogar con su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, participó en otras actividades en nuestro país. Eso, y las varias muestras de su forma de concebir la izquierda, nos hacen preguntarnos por qué no tenemos un liderazgo de esa estatura.

Cuando López Obrador fue electo Presidente de la República brindó una esperanza necesaria para el país por múltiples cuestiones. Antes que todo, es ineludible mencionar que atestiguamos una vez más una transición democrática llevada a cabo por el funcionamiento adecuado del sistema electoral, cuya mayor parte de la operación la desarrolla el INE. Resulta sumamente importante no olvidar este pequeño, pero relevante detalle que hoy más que nunca parece ser olvidado en múltiples debates y diálogos entre personas.

Ahora, acerca de la victoria del tabasqueño, gran parte de su triunfo se generó por sus discursos durante la campaña electoral y las promesas del comportamiento de su gobierno de ser electo en las boletas. La esperanza que ofrecía la izquierda de López Obrador, mezclada con el hartazgo colectivo por las pasadas administraciones federales anteriores, obtuvieron como resultado el inicio de un nuevo gobierno y, sin saberlo, de una manera nueva de gobernar el país: el populismo.

En el mismo continente, pero en el Cono Sur, el proceso electoral para la Presidencia de Chile se llevó a cabo básicamente entre dos personajes: José Antonio Kast, líder de la derecha, y Boric, representando a una izquierda diferente a las que hubo anteriormente en el país sudamericano. Hubo varias razones por las que el líder izquierdista venció en los comicios, como lo fue el descontento con la derecha en general, materializada en el gobierno de Sebastián Piñera.

Sin embargo, otro punto fue la convicción y confianza que despertó Boric en el electorado, quién siguió las propuestas e ideas claras de la izquierda fresca que emanaron del joven chileno, y que a la postre se evidenciaron en sus múltiples declaraciones de lo que debería ser la izquierda latinoamericana. Ese es el punto medular de la comparación entre él y los varios líderes de gobiernos izquierdistas en América Latina (AL).

Se sabe que las administraciones son más afines a otras de igual o similar posición política y tienden a colaborar y apoyarse de mejor manera. No obstante, eso no significa que los líderes deban ser cómplices de las malas prácticas que tengan sus homólogos en otros países por el simple hecho de que sean aliados por ideología. Pero, a pesar de eso, varios líderes de izquierda en AL hacen mutis ante la violencia, medidas autoritarias, desestimación a los derechos humanos y prácticas equivocadas que efectúan en otros gobiernos.

Boric, un político de izquierda, ha denunciado estos malos comportamientos y prácticas de otros gobiernos de AL que dicen ser de izquierda, pero que en realidad no buscan el progresismo, remover estructuras y prácticas que sirven para perpetrar el poder y que desestiman a los agentes democráticos, como la oposición política, los reporteros y demás. Vale mucho la pena comparar la izquierda crítica y consciente de Chile con la de otros países de la región, incluso el nuestro. ¿Queremos la izquierda que tenemos o nos sería mejor una más fresca, crítica y apegada a las realidades y necesidades que el siglo XXI tiene para México?

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