Predecir el futuro siempre ha sido una aspiración de la humanidad. Voltear a las estrellas o leer las hojas del té, avizorar lo que viene en el vuelo de las aves, pero sobre todo la enseñanza del pasado deja en muchos y muchas la esperanza o el temor de lo que viene.

Hoy, como última reflexión del año decidí compartir mis predicciones sobre el avance de las mujeres y la erradicación de la violencia de género para el año que viene.

Creo que si bien el 2023 propone a las mujeres interesantes paradigmas laborales, políticos y de estudio, habrá pocas manifestaciones de conocimientos, capacidad y compromiso en materia de género, igualdad sustantiva y derechos humanos por parte de las autoridades.

La reforma electoral amenazará a la paridad y la participación política de las mujeres.

Nuevamente brillará por su ausencia el lenguaje incluyente al referirse a nosotras e incluso habrá quienes expresen de manera cada vez más pública su desacuerdo con la implementación de acciones afirmativas o la transversalización de la perspectiva de género.

Las académicas y activistas señalarán los serios problemas de capacitación de las y los servidores públicos, y las y los funcionarios enfocarán su energía en convencernos de logros falaces mientras anuncian números sacados de la manga y maquillados para hacernos creer que en realidad trabajan por las mujeres y niñas.

Los gobernantes hablarán de la necesidad de “cambiarle el chip” a la ciudadanía para que deje atrás el vicio de la violencia, como si ellos y su corrupción no fueran una parte del problema de la falta de transparencia y rendición de cuentas en materia de igualdad, mientras con enormes discursos promoverán programas que perpetúan roles y estereotipos de género.

La congruencia, como siempre, estará sobrevaluada.

La improvisación dominará los programas sociales para la igualdad y reinarán las propuestas electoreras frente a los planteamientos serios de transformación social.

Seguirán defendiendo el desconocimiento y la incapacidad de quienes atienden los temas de mujeres perpetuando acciones aisladas, poniendo de manifiesto, una y otra vez, su gran incompetencia mientras repiten como el perico términos y conceptos que no les dicen nada.

En respuesta al aumento de la violencia las exigencias de las marchas y las manifestaciones de descontento de las jóvenes feministas serán más contundentes. Sin embargo, los gobiernos de todos los colores las señalarán como títeres de los de enfrente, en lugar de escuchar los reclamos.

Habrá aún más casos de feminicidio y desapariciones de mujeres y niñas mientras los recursos para la erradicación de la violencia y el avance para alcanzar la igualdad sustantiva se dilapidarán en programas asistencialistas con miras al 2024.

Mis disculpas a todos y todas por mi enorme pesimismo pero en verdad me temo que en mi lectura de café, el futuro para las mujeres de México definitivamente no pinta bien. Ojalá me equivoque.

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