A raíz de las obras de la reconstrucción de la avenida 5 de Febrero ya esperábamos que transitar por esa arteria fundamental para la conectividad de la ciudad fuera un tormento digno de la Inquisición española: lapsos interminables sufriendo porque no avanzan los vehículos, acelerar, frenar y soportar a los que creen que el claxon es una especie de rayo que desaparece el tránsito.

Sí, ya se esperaba el tormento inquisitorial que se ha vuelto circular por esa zona. Y más si se viaja en transporte público, cuyos camiones van atiborrados cuales si fueran latas de sardinas humanas que desafían esa ley de la física que dice que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio. Para todo aquel físico que lo dude, solo vea cómo va la ruta 12 en hora pico.

Sí, el propio gobernador Mauricio Kuri lo advirtió en un video en donde imitando a Winston Churchill llamaba a los queretanos a soportar los inconvenientes de las obras cual si fueran ingleses resistiendo bombardeos alemanes. Claro, al gobernador se le pasa la angustia cuando un domingo cualquiera puede comerse sus taquitos de barbacoa, según se puede ver en sus redes sociales, pero ¿y los demás que ante la odisea que significa atravesar la ciudad prefieren cancelar su vida social?

El popular personaje Frank Underwood de la serie House Of Cards decía que hay dos clases de dolor, el que te hace fuerte y el que es inútil; siguiendo la lógica narrativa del gobierno estatal, las molestas obras de 5 de Febrero nos fortalecerían porque al final el resultado resultaría gratificante. Sin embargo, todo parece que el contratista o la gente de obras públicas son unos torturadores dignos de la Inquisición que gozan del dolor inútil del ciudadano.

¿Exagero al decir esto? Usted juzgue estimado lector. A la mitad de la semana pasada cerraron los principales retornos de 5 de Febrero, lo cual paralizó por horas la ciudad y a quienes tuvimos la desgracia de tener que pasar por esa zona.

Hasta tres horas para recorrer un tramo de 5 kilómetros. Muchos conductores optaron por atravesar con sus vehículos los camellones de zonas aledañas para evitar ese círculo del infierno. Y muchos pasajeros de Qrobús de plano se bajaron de los camiones guajoloteros chinos y se fueron a pie para poder llegar a su destino.

Pero no sólo fue el cierre de los retornos, también es la falta de timing de la dependencia de Obras ya que, al mismo tiempo del desastre de 5 de Febrero, realizan otras reparaciones en avenidas importantes de la ciudad. El resultado, una semana con una ciudad colapsada. O una de dos, esto es producto de la falta de planeación de los ingenieros de las obras o bien, son unos sádicos que gozan con el dolor ajeno. A estas alturas, parece que son los dos.

Periodista y sociólogo. @viloja

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