“Dialogo, no”… así lo dijo en su mañanera el Presidente. El pasado domingo  se conmemoró en el histórico Teatro de la República de Querétaro, el 106 aniversario de la promulgación de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. En esta ocasión, la ceremonia estuvo fuertemente cargada de simbolismo, y no tanto por lo que significaba (la expedición de la Carta Magna), sino por todo lo que rodeó al evento, tanto en el protocolo como en los discursos.

Como cada año, se dieron cita las autoridades y personajes políticos más relevantes del entorno nacional. Comenzando por los tres poderes de la unión, gobernadoras, gobernadores, secretarios, diputados, magistrados, presidentes municipales, regidores, y demás integrantes del Estado Mexicano, estuvieron presentes en una de las ceremonias más importantes para la vida pública del país.

El mensaje que se quiere mandar con este evento es de institucionalidad, unidad y concordia entre todas las autoridades, independientemente de su color o partido, pues eso fue lo que en su tiempo representó la Constitución, un gran pacto social.

Sin embargo, lo que trascendió en  redes sociales, medios de comunicación y opinión pública, fue todo lo contrario. Salió a flote una clara división, y casi ruptura, entre los representantes de los poderes de la unión, así como un creciente sectarismo.

Empezando por el acomodo de sus titulares, donde de forma contraria a la tradición, los representantes de las cámaras de senadores, diputados y de la Corte, fueron relegados a los extremos de la mesa, para dejar en el centro a un poder presidencial flanqueado por el secretario de Gobernación y los secretarios de la Defensa y la Marina. El mensaje fue claro y directo.

No obstante, el mayor simbolismo del evento lo dio la ministra presidenta de la  Corte, Norma Piña Hernández, quien permaneció sentada frente al arribo del presidente, cuando todas las personas presentes se pusieron de pie. El mensaje no verbal se robusteció con su discurso. Un discurso fuerte, vivaz, audaz, que puso énfasis en la independencia y autonomía del Poder Judicial. Contrario a su antecesor, la ministra fue contundente en dejar claro que la república se compone de tres poderes y que ésta requiere, para su debido funcionamiento, que existan contrapesos y equilibrios.

Por otro lado, el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel, reiteró la necesidad de fortalecer y privilegiar el diálogo, así como el consenso y la concordia. Al hacer un recorrido histórico por los conflictos armados del país, puso énfasis en como la guerra sucedió al desencuentro y la rivalidad, cuestión que se pretende, no ocurra en esta época. Similar situación llevó a cabo el gobernador de Querétaro, quien en su mensaje reiteró la necesidad de privilegiar la política para llegar a consensos, antes que a la confronta.

A pesar de ello, las palabras cayeron en el vacío, y fueron objeto de oídos sordos.

El primero en revirar fue Alejandro Armenta, senador de Morena, quien hizo un repaso de las reformas constitucionales que ha impulsado la 4T, pasando de los discursos institucionales a la propaganda política. Y después, al cerrar el evento, el Presidente reforzó su postura y llevó a cabo un resumen de sus acciones como si se tratara de un informe de gobierno.

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