El segundo de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de la ONU es terminar con el hambre, para siempre, en todos los lugares del mundo. Esto por supuesto, es uno de lo tanto retos gigantescos que se propone la nueva agenda de las naciones y será la labor de esta generación alcanzarlo en un periodo de tiempo bastante pequeño para el tamaño de las operaciones: en tan sólo 15 años.

La buena noticia es que se puede.

Para ello primero debemos comprender con exactitud el alcance del objetivo y reexpresarlo en términos más específicos y cuantitativos. Estos son los aspectos que nos ofrece la ONU y que encuentro más relacionados con el campo de estudio de nuestros colegas en la Facultad de Contaduría y Administración:

• Para 2030, tener el doble de producción agrícola y aumentar los ingresos de los productores de comida independientes y de pequeña escala, en particular de mujeres, personas indigentes, pastores y pescadores. Todo mientras se asegura el acceso universal para los elementos necesarios, como: conocimiento, servicios financieros, mercados y oportunidades en el sector.

• Para 2030, asegurar los sistemas sostenibles de producción (objeto de estudio de la administración y hasta de la auditoría) e implementar prácticas resistentes de agricultura que aumentan la producción y la productividad.

• Aumentar la inversión, incluyendo la proveniente de a cooperación internacional y enfocarla en proyectos de infraestructura agrícola, investigación en el campo, extensión de servicios, desarrollo de tecnología y bancos de genes de plantas y ganados para asegurar la capacidad de producción en los países menos desarrollados.

• Corregir y prevenir restricciones en el comercio de bienes agrícolas, así como cualquier mala función en los mecanismos, incluyendo cualquier forma de subsidios a la exportación agrícola.

Si tomamos en consideración la situación técnica, económica, y tecnológica en la que se encuentra el campo mexicano y su importante dependencia en los diversos subsidios gubernamentales podremos ver el problema en el que nos encontramos y que urge la participación de todos los que tengan algo que aportar a la solución de este enorme reto.

Y si pensamos también la situación del problema agrario mexicano, expuesto algunas semanas antes en el mismo espacio nos damos cuenta que hay un camino muy largo por recorrer y como jóvenes, tenemos la obligación de preguntarnos ¿qué podemos hacer para llegar al objetivo?

Desde mi entorno personal (la FCA de la UAQ) considero que podemos y debemos emprender acciones como:

• Prestar servicio social en dependidas u organizaciones no gubernamentales que busquen terminar con el hambre.

• Brindar los conocimientos adquiridos a empresas que exploren sobre nuevos mecanismos para hacer su vida financiera más saludable y por tanto, su proyecto más longevo.

• Ser consientes en el consumo personal que hacemos de bienes e instaurar controles en el mismo que permitan que quede más producto disponible en el mercado.

• Pensar en mecanismos para acelerar el proceso de permeación de figuras como el fair-trade y otros nuevos mecanismos de canje de satisfactores en nuestro entorno local.

En realidad todo lo que podemos hacer esta solamente limitado por nuestra creatividad, nuestra capacidad de ver nuevas ideas y de la posibilidad de coordinar equipos multidisciplinarios para hacerlo posible en el terreno de lo real.

Estudiante de la Facultad de Contaduría de la UAQ. @lui_uni

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