El sábado pasado celebramos, en una asamblea nacional, el primer aniversario de Nosotrxs, un movimiento social que nació para convocar a una revolución de conciencias en busca de la defensa colectiva de nuestros derechos. Somos un movimiento social porque tenemos un ideal, un ideario y una identidad.

Para Nosotrxs, la igualdad y la honestidad son inseparables: no hay igualdad donde hay corrupción ni honestidad donde unos cuantos someten a los demás. Creemos que ese ideal de igualdad y honestidad es imposible de alcanzar si no lo perseguimos colectiva y puntualmente, causa por causa, oponiéndonos a la vulneración sistemática de nuestros derechos.

Abundan los ejemplos: cuando alguien acude a un centro de salud o a un hospital público no está pidiendo favores, sino haciendo uso de un derecho. Si a esa persona se le niegan medicamentos, todos somos víctimas y todos tendríamos que cobrar conciencia de que lo mismo le pasará a otro hasta que todos actuemos contra eso.

Cuando vemos que casi dos millones y medio de personas —la mayoría mujeres— son maltratadas en sus derechos laborales porque eligieron ser trabajadoras del hogar y miramos hacia otro lado, contribuimos a que esa situación se mantenga. ¿Cuándo entenderemos que pelear por ellas es también pelear por nuestra dignidad? ¿Cuándo asumiremos que sometiéndolas nos sometemos a nosotros mismos?

Nos dolemos de la corrupción. Nos quejamos de los abusos que cometen los dueños del poder y de la opacidad de gobiernos y de partidos. Pero lo hacemos como si fuera cosa ajena, como si no fuera nuestro dinero. Y dejándolo pasar convalidamos esa corrupción.

¿Quién puede asegurar a ciencia cierta que cuando venga el siguiente terremoto no le pasará nada? ¿Por qué no abrazamos a los damnificados de septiembre, por qué no nos involucramos en la forma en que los gobiernos están malgastando el dinero? ¿Hay que esperar acaso hasta que, literalmente, se nos caiga el techo encima?

Millones de mexicanos estamos sometidos a esos agravios, millones padecemos y, sin embargo, tratamos de enfrentarlas individualmente. O soñamos, acaso, en que los próximos gobiernos ahora sí serán buenos, ahora sí cumplirán con su cometido. No es cierto. Y no lo es, porque la lógica de esos agravios es sistemática. No es cosa de unos cuantos ni mucho menos de uno solo: es el corazón del régimen en el que estamos viviendo.

Nosotrxs pelea por la libertad. Pero no en abstracto; no peleamos por una libertad escrita en papel que nadie cumple y en la que nadie cree. No peleamos por una libertad que acaba destruida y sometida al poder o al dinero. No aceptamos que unos sean más libres que otros. No aceptamos una libertad prostituida. Nuestra concepción de libertad es diferente: es la libertad que se construye colectivamente, a conciencia y con las leyes en la mano. No aceptamos que mi libertad se agote donde comienza la tuya. Mi libertad comienza, en realidad, donde se une a la tuya.

Éste es el ideal de Nosotrxs. Porque comprendemos que mientras sigamos tolerando que nos achiquen, seguiremos convalidando un régimen caduco y siendo víctimas y victimarios de nosotros mismos.

Ayudémonos. Sumemos voces y voluntades para defendernos unos a otros, para que dejen de atropellarnos y para que dejemos de repetir individualmente el sistema egocéntrico que pavimenta y multiplica nuestros agravios. Identifiquemos las causas que nos están dañando, afirmemos nuestros derechos, formemos colectivos para hacer valer nuestra voz y vayamos a la revolución de conciencias que tanto necesitamos.

Por estas razones, gane quien gane en las elecciones del 2018, Nosotrxs seguirá siendo un movimiento social de oposición.

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