El asunto de Félix Salgado Macedonio, no es un asunto que resuelva Morena, porque es personal. Quienes conocen al Presidente dicen que es un hombre de palabra; que se la debía a Salgado Macedonio, su amigo desde hace 30 años, y se la va a cumplir, pésele a quien le pese.

El lema de AMLO, “Nosotros no mentimos, no robamos, no traicionamos…” causó serio escozor entre quienes se creían sus amigos cercanos, y se han sentido traicionados por su decisión de dar la gubernatura a Félix Salgado y no a Pablo Amílcar, hijo de su entrañable amigo, el guerrerense Pablo Sandoval Ramírez, a quien le atribuyen haber influido de tal manera en AMLO, que la 4T expresa el ideario político del desaparecido guerrerense.

Desde que Mario Delgado comunicó la decisión presidencial de que Félix era el candidato de Morena para la gubernatura de Guerrero, John Ackerman, esposo de Irma Eréndira Sandoval, Secretaria de la Función Pública, publicó en tuiter, el 30 de diciembre: ”… fue una decisión estrictamente política en donde se privilegió un perfil profundamente cuestionado con muy graves señalamientos y denuncias formales de violación y violencia de género en su contra”.

Semanas antes del registro de Salgado Macedonio como candidato de Morena ante el INE, creció la indignación social. Muchas mujeres y corrientes feministas expresaron su indignación por el hecho de la postulación como candidato de una persona acusada de agresiones sexuales (cinco). Trascendió que el tema llegó hasta la alcoba presidencial a través de un grupo de mujeres que se acercó a la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, para solicitar su intervención, lo cual resultó infructuoso porque el Presidente “no quiere escuchar, dice que es una campaña de desprestigio”.

El problema del Presidente es que no acepta que lo contradigan, ni que se omita lo que él quiere, cuando él quiere. Para investigar quién estaba detrás del complot utilizó al Centro Nacional de Inteligencia; y “descubrió” que el objeto del supuesto complot es quitar a Salgado para poner a Pablo Amílcar y que en la maniobra intervienen Patricia Olamendi, que defiende a una de las mujeres violadas por Félix Salgado Macedonio, y es madre de Miguel Alonso Olamendi, accionista de Latinus, donde colabora su archienemigo Carlos Loret de Mola; el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, de quien Miguel Olamendi fue secretario particular; el excandidato Manuel Añorve, el exfiscal de Guerrero Xavier Olea, y emisarios de Pablo Amílcar Sandoval.

Aunque AMLO dice reconocer la gravedad de una violación, en los hechos le resulta menos importante que una elección, por lo que la Fiscalía General de la República ya tendrá claro que la instrucción presidencial es limpiar el nombre de Félix, para que gane.

Independientemente del resultado que obtenga Salgado Macedonio en la elección del 6 de junio, habrá un gran perdedor: Andrés Manuel López Obrador —la doble moral y la incongruencia serán las causas—; también perderán las “feministas” de Morena que prefirieron callar y ser cómplices, a contradecir y hacer enojar al Presidente defendiendo sus convicciones. ¿Y qué decir de Olga Sánchez Cordero, que promueve el aborto, pero se hace de lado ante la violación de mujeres? ¿dónde queda la supuesta autoridad moral del Presidente y de su partido; el “nosotros somos diferentes”?

“Ya chole” con defender impresentables, señor Presidente. Una cosa es linchamiento político y otra exigir justicia.

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