En la política no sólo es importante lo que se dice y lo que se hace, sino también, el cómo se dice y cómo se hace. Es importante mantener una imagen pública adecuada que en nuestros gobernados o votantes (según el contexto) genere percepción positiva y que por lo tanto se sumen a apoyar un proyecto.

Cada vez más seguido escuchamos que los políticos dan mayor importancia a mantener una “buena imagen.” Sin embargo, muchos han caído en la trivialidad del concepto, entendiendo que éste únicamente atiende la apariencia. Y este es el mayor error.

La mayoría de nuestros políticos ha olvidado que en cuestión de imagen no hay que aparentar. En cuestión de imagen, para ser hay que parecer. Para que un político sea percibido como creíble y honesto tiene que buscar ser congruente en los estímulos que emite. Es decir, sus palabras tienen que convertirse en acciones, de otra manera será percibido como incongruente y, por lo tanto, generará una reacción de rechazo.

Y es que el asunto es ése, que además de todas las connotaciones negativas que le ponemos al tema de la política —la corrupción, los intereses (o desintereses), la deshonestidad…— rechazamos la práctica y a sus representantes porque percibimos incoherencia.

Nuestros políticos quieren que les apoyemos pero han perdido la coherencia que les da credibilidad. Se han olvidado de cuidar todos esos estímulos a los que nosotros como ciudadanos ponemos atención, ya sea consciente o inconscientemente.

Se han olvidado de que en nuestra mente ellos son quienes nosotros creemos que son. Que a través de sus estímulos verbales y no verbales nos generamos una imagen de ellos que se vuelve referente y que con el tiempo es difícil, casi imposible, cambiar.

Hemos escuchado constantemente frases como “parece honesto”, “se ve capaz”, “lo vi y le creo.” Quienes reciben este tipo de comentarios han entendido que su imagen comunica. Comunica con su apariencia y con su comportamiento y esto les permite proyectar de mejor manera su mensaje.

Jesús Reyes Heroles lo dijo de forma muy clara: “en política, la forma es fondo” el cómo lo decimos es igual de importante que el qué decimos. El mensaje que queremos dar tiene que ser respaldado no sólo con un discurso impecablemente escrito, con frases de poder, con cifras, entendiendo necesidades, moviendo emociones, sino también con los gestos, los ademanes, la postura, el contacto visual.

Pero para que los políticos que hoy nos representan en todos los niveles de poder del estado y sus municipalidades puedan comunicar a través de su imagen necesitan ser consistentes. Para que logren comunicar de forma coherente necesitan prepararse y sólo así van a obtener respuestas positivas, entre ellas volver a ganar credibilidad y reputación.

La imagen importa, por lo tanto, se deben cuidar los estímulos que emitimos para que la imagen que la gente percibe de uno, sea igual a la imagen que se desea que perciban.

En nuestro estado son pocos los políticos que han entendido que para que la gente los siga apoyando deben, forzosamente, poner atención a su imagen y a los estímulos que transmiten. Preocuparse por su imagen es mucho más que sólo cuidar su apariencia: implica actuar con coherencia.

Pero la verdad es que nuestros políticos hoy, parecen, aparentan… pero no son.

Directora de imagen pública en Magentta Creatividad e Imagen

Google News