El lunes, varios medios de comunicación soltaron una noticia alarmante: el primero de diciembre, fecha del primer aniversario de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, habría sido el día más violento del sexenio, con 127 homicidios dolosos reportados.

La fuente de esta noticia fue el propio gobierno: en específico, el informe que se le presenta a diario al presidente en las reuniones diarias del gabinete de seguridad y que se hace público en una página oficial (http://www.informeseguridad.cns.gob.mx).

Entonces, si el propio gobierno lo reconoce, debe ser cierto ¿no? No: la cifra es patentemente incorrecta. Incluye en el conteo a 21 víctimas de homicidio doloso en Coahuila. A todas luces, se trata del saldo de las feroces balaceras libradas en el municipio de Villa Unión en el transcurso del fin de semana, comentadas en esta columna hace dos días.

Pero resulta que, de acuerdo a todas las fuentes periodísticas, 14 de esas 21 muertes ocurrieron el sábado por la tarde y noche. Eso significa que debieron de haberse contabilizado en el reporte del 30 de noviembre, no en el del primero de diciembre. Y no, allí no están: en el informe correspondiente al sábado, sólo se contabilizaron tres víctimas mortales en Coahuila.

¿Por qué ese desfase? Como amablemente me explicó David Pérez Esparza, titular del Centro Nacional de Información (CNI), institución adscrita al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), se incluye una víctima en el conteo cuando se abre una carpeta de investigación. Eso puede suceder uno o varios días después del incidente en cuestión.

Hay buenas razones para sostener ese criterio: así se asegura que solo entre a la cuenta información oficial y no rumores. Además, una vez adoptada la regla, hay que mantenerla para garantizar cierta comparabilidad en la serie histórica.

Sin embargo, genera también dificultades serias. En primer lugar, siguiendo esos reportes, nunca es posible saber con precisión cuantas personas fueron asesinadas en un día específico. Una jornada que parece tranquila pudo haber sido inusualmente sangrienta. O viceversa.

Para el presidente y su equipo de seguridad, no es un problema trivial. El conteo diario es supuestamente un instrumento para ajustar, día a día, las prioridades de las fuerzas de seguridad ¿Cómo adecuar las estrategias si la información disponible es notoriamente incierta? Y esto sin considerar que el conteo diario de homicidios tiene un subregistro de aproximadamente 20% con respecto a los datos del SESNSP.

Por si fuera poco, esto genera una confusión monumental en los medios y la opinión pública, tal como se ha visto en estos días. Al contar a todas las víctimas de Villa Unión en un día, llegamos al total dominical de 127 homicidios. Pero si se descuentan las 14 víctimas del sábado, nos quedamos con un total de 113, una cifra indudablemente alta, pero no la más elevada de la serie (varios días previos han registrado totales de 114 a 117 víctimas). Pero, además, no sabemos si esos 113 homicidios corresponden realmente al domingo: pudo haber desfases de reporte en otros estados.

Dado esto, reitero la humilde propuesta que hice hace algunos meses:

1) Suspendan el conteo diario: no ayuda a mejorar la toma de decisiones y confunde a la opinión pública.

2) Si lo anterior no es posible porque el presidente quiere tener esos datos, cancelen la publicación del reporte diario y sustitúyanlo con un informe estadístico semanal, construido con cifras consolidadas. Si se explica bien, nadie reclamaría una decisión de esa naturaleza.

Eso o esperar a nuevos titulares como los de esta semana.

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