Cuestión de fe, en eso se ha convertido la Selección Nacional al mando de Juan Carlos Osorio. Se escucha en los pasillos de los estadios, en los palcos de prensa, en las tribunas: “creo que a México le irá bien”, “creo que a la Selección le irá muy mal en Rusia”,

“Creo que es un equipo que saldrá eliminado en la fase de grupos”, “creo que llegan a octavos y ahí Brasil los elimina”. Es decir, acto de fe, nadie puede apostar a la realidad, porque ésta es inexistente por nivel competitivo, por las incongruencias mostradas a lo largo de más de 40 partidos dirigidos y porque cada vez que hay frente a ellos un rival de jerarquía, sufren.

Osorio claro que mantiene la fe, pero su portero titular le lanza una advertencia: “De aquí en adelante no experimentar. Creo que jugaríamos mejor con cuatro que con tres, nos sentimos mejor así”, dijo un desconcertado Guillermo Ochoa en la zona mixta del estadio maldito, el de los Vaqueros de Dallas.

Es verdad, nadie puede apostar un ápice por la Selección y un buen papel en el Mundial de Rusia, sólo los más excéntricos optimistas, quienes cegados con el proyecto del colombiano, siguen CREYENDO que le irá muy bien y podrá cumplir los objetivos. Se escuchan desde las más grandes barbaridades como que si Alemania rotó, por qué la Selección no habría de hacerlo y entender el concepto Osorista. Lo único cierto es que no hay confianza, ni de sus propios jugadores.

De nada ha servido hacer tantos cambios de dibujos tácticos si no se domina ni uno. De nada sirve cambiar a tantos jugadores, si están tan confundidos que cada vez que les toca jugar, no saben qué hacer y la mayoría desaparece en el campo. Da la impresión de que las alineaciones, Osorio las hiciera juntando papelitos de todo el plantel, lanzándolos al aire y los que caigan en un círculo, juegan; o, si dependiendo de sus cartas astrales deben alinear o no. Y aunque en el futbol no hay garantía de nada, sí existen proyectos que nadie puede cuestionar y valorar. El de Osorio está muy distante a esto, porque cada vez que se ha enfrentado a un rival de capacidad, los hace ver muy, pero muy mal.

Gales, Escocia y Dinamarca son los siguientes adversarios, que lo único que pueden es dar confianza si se sacan buenos resultados, porque de funcionamiento, entendimiento y éxito en sus planteamientos está lejísimos, tan lejos como a menos de 90 días del Mundial, es decir, es como estudiar para un examen extraordinario una noche antes, te puede dar la aprobación, pero no es lo idóneo.

Acto de fe, nada de realidad, así se jugará el Mundial de Rusia, con aficionados haciendo changuitos con sus dedos, poniendo veladoras, rezando al santo de mayor confianza, porque nadie, insisto, ni el más recalcitrante defensor de lo indefendible, puede visualizar éxito. O basarse en la maravillosa y gris frase “Sí se puede, sí se puede”.

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