Fue apenas hace poco más de una semana que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció que impondría aranceles inicialmente del 5% en los bienes importados desde México, mismos que de manera progresiva ascenderían hasta llegar al 25%. El pasado viernes, tras algunos días de negociaciones, las autoridades mexicanas y estadounidenses anunciaron con gran satisfacción un acuerdo para suspender de manera temporal dichos aranceles. ¿A qué accedieron ambas naciones? ¿Quién quedó mejor posicionado tras el acuerdo?

Primero que nada, hay que señalar que estos aranceles impuestos por Trump deberían ser inválidos, pues violan los lineamientos del libre comercio expresado por ambos países, más Canadá, en el recientemente acordado Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), en donde justamente se fija un traslado de bienes sin impuestos para que exista un comercio más rápido, incluyente y sano entre estas tres naciones. No obstante, hay una cláusula en el acuerdo que estipula que en caso de que exista un problema de seguridad nacional, se pueden establecer aranceles para lidiar con tal problema. Trump apeló a esta cláusula declarando que el flujo migratorio hacia Estados Unidos en su frontera sur continuaba aumentando, y por retaliación impuso los aranceles. Pero, ¿realmente se incrementó la migración? Varios datos apuntan a que no existió ese incremento como se dijo.

Ahora bien, las negociaciones para la eliminación de estos aranceles comenzaron el miércoles en Washington, capital de Estados Unidos.

Funcionarios mexicanos como el secretario de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard, y la secretaria de economía, Graciela Márquez, entre otros, se reunieron con el secretario de estado, Mike Pompeo, y el asesor de Trump, Jared Kushner, quien es también su yerno, entre otras autoridades. Tras momentos de incertidumbre, los reunidos en la capital estadounidense llegaron a un acuerdo: Estados Unidos suspendería temporalmente los aranceles y se comprometería a acelerar el proceso de revisión de solicitudes de permisos y visas de los inmigrantes; México, en cambio, desplegaría 6 mil elementos de la nueva Guardia Nacional en la frontera con Guatemala para contener el paso de migrantes centroamericanos, y para erradicar las operaciones de tráfico y contrabando de personas.

Los resultados de las negociaciones son de conocimiento público, sin embargo, como en cualquier negociación, hay cosas que no se mencionan y se mantienen en privado, quizá por intereses personales, o bien, por discreción o confidencialidad nacional. Sea como sea, sin adentrarse a teorías de conspiración, de lo que se sabe es de lo que se puede analizar. En este sentido, México tuvo que dar de más o comprometer más para quitar los aranceles. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se vio forzado a hacer aquello que se reusaba desde un inicio: poner un “muro” de seguridad en la frontera con Guatemala. Por otra parte, Trump logró su cometido al obligar a México a tomar acciones sólidas ante el flujo de migrantes, lo que se traduce a la protección de su pueblo y de su electorado de cara a las elecciones presidenciales del año 2020, por ello esto es su victoria.

En adición, los aranceles, que podían ser vetados por el congreso estadounidense una vez que sesionara para ello, habían sido vistos con malos ojos por funcionarios públicos, así como por empresarios, pues aumentaban los precios de los bienes al consumidor y con ello incrementaba la posibilidad de que dejaran de ser comprados. Los aranceles le iban a hacer mal a la economía estadounidense, y los demócratas y empresarios lo sabían. No iba a tardar a que la presión de ellos hiciera que Trump desistiera en su aplicación. México ahí se adelantó a negociar. México ahí perdió el juego.

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